jueves, 8 de febrero de 2007

Plan B

Es absurdo asumir que el asedio a las Prefecturas resulta del desbordamiento espontáneo de los movimientos sociales. Es inocente, a su vez, suponer que el gobierno tiene una convicción clara respecto a principios elementales de alteración de poder, no sin contradicciones y cabildos. Después de todo, no podemos olvidar que lo “histórico” hace que la imposición sea ahora una legitima manifestación y reversión de 500 años de discriminación e injusticia. Por ende, llegará también el momento en el cual será insensato seguir defendiendo lo “indefendible”, es decir, las más básicas reglas de juego que permiten una convivencia democrática.

Dudo que los prefectos Paredes y Reyes Villa tengan vocación de mártir, y por grande su amor a la patria, democracia y libertad, parece que tendrán que elegir entre ‘defender lo indefendible’, o su integridad física, y la de sus familias. Ese momento – cuando el capricho y prepotencia de la turba desgaste por fin la democracia - no quedará otra opción que empezar a desarrollar un “Plan B”. Empecemos entonces.

En primer lugar, aun cargando credencial del partido oficialista, hay que despreocuparse por participar en la administración del Estado. Los puestos ya están comprometidos, y ello debería brindar el primer respiro. En segundo lugar, la salud del Estado está muy bien resguardada, debido a que los precios del gas, estaño y acero se mantendrán elevados, y durante muchos años por venir llenarán las arcas. Por ende no caeremos al nivel de Haití o Zimbabwe, y ello también debería brindar tranquilidad. Por ultimo, se debe encontrar algún bastión inexpugnable, un espacio tan elemental, que permita proteger los derechos básicos de las grandes mayorías, para evitar una caída aun mayor en la calidad de vida.

Uno de los elementos unificadores implícitos de las organizaciones sociales – eufemismo de grupos de choque de la nueva ‘involución a cuotas’ – es el resentimiento hacia quienes se aprovecharon del poder político para hacer fortuna. Unos cuantos se aprovecharon, y ahora la sociedad entera debe pagar la factura. Pero para poder pagarla, debemos convertirnos rápidamente en auténticos expertos del arte de construir una sociedad mas justa y equitativa, y para ello debemos entender “por qué” una economía basada en la libertad, es más eficiente y justa que una economía basada en la represión y el control político.

Es ‘indefendible’ defender la libertad, cuando no ha representado para el conjunto un mecanismo para avanzar de igual manera la condición de todos los que se esfuerzan y trabajan con dignidad. La libertad solo tiene sentido cuando las reglas permiten premiar su esfuerzo y capacidad. En este sentido, el pasado de nuestra patria es oscuro, y ahora debemos rectificar el daño cometido, sobre todo la arrogancia y racismo de quienes se beneficiaron de no ser iguales.

El bastión inexpugnable, ese espacio elemental desde el cual empieza la resistencia pasiva, es el ámbito privado de nuestra conciencia individual. Debemos ser concientes y convencidos que somos iguales ante Dios y las leyes. Si somos capaces de profundizar ese concepto básico, si empezamos a practicarlo, cual protesta pacifica, defenderemos así lo poco que por el momento es defendible: nuestro propio sentido de justicia.

Peleado en las calles no encontraremos respiro al asedio en el que se encuentra la sociedad, y tal vez pronto debamos incluso ceder todo el control político a la “involución a cuotas” del extremismo social. Entonces, el único respiro vendrá de la convicción que debemos avanzar la igualdad, aunque nos cueste dar la otra mejilla. La igualdad puede lograrse confiscando la propiedad privada, o avanzando un sistema justo, en el cual se premie la educación, la honestidad y el esfuerzo. Para avanzar el segundo escenario, primero debemos ser honestos en cuanto a nuestra visión, educarnos en cuanto al alcance de la libertad, y esforzarnos por ser más justos. El Plan B, entonces, es salvarnos de nosotros mismos, de nuestro racismo y arrogancia, y empezar a sentar en nuestra propia mente y corazón las bases de un mejor destino. La idea no es solo dejar que pase la tormenta, sino que cada uno empiece a educarse sobre la importancia de la libertad e igualdad, para que pronto y para todos salga el sol.

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