jueves, 8 de febrero de 2007

Mi Hijo el Derechista

Conversando con mi madre sobre la situación del país, la escucho de pronto decir, “porque ustedes los de la derecha...”. Un ratito. ¿Acaba mi madre de tacharme de “derechista”? No que tenga nada de malo. Sin embargo, para entender el impacto de sus palabras, se requiere de un pequeño antecedente. Mi infancia estuvo marcada por la violencia ejercida por “los de la derecha”. Dos veces fuimos exiliados de Bolivia (1971 y 1980), una tercera si contamos nuestro éxodo de Chile después de Pinochet. Incluso en Colombia fuimos testigos del asesinato de un hombre de izquierda, Luis Carlos Galán, a quien yo a mis quince años admiraba, al igual que admiraba a Juan José Torres y Salvador Allende, mártires de la revolución social. Mi madre conoce mis vivencias, no solo porque es mi madre, sino porque ella estuvo ahí, a mi lado. Entenderán, entonces, que el adjetivo utilizado caló el hueso más profundo de mi ser.

Según mi querida madre, yo – su ahora “derechista” hijo – “prefería que Goni siga gobernando”, y que se siga “aplicando la misma discriminación e injusticias sociales” que nos han llevado a este laberinto. Al indagar yo muy calmadamente – después de todo, es mi madre – en que fundamentaba dicha apreciación sobre mis convicciones políticas, ella muy seriamente me contestó, “la verdad es que no entiendo tus artículos, pero eso es lo que me ha dicho mi primo Jimmy”. Un ratito. ¿Quiere decir que mi propia madre se basa en un prejuicio para clasificarme? Porque prejuicio no es otra cosa que un juicio que se emite sin necesitar evidencias o fundamentos, una opinión basada en el odio e intolerancia hacia quienes no creen o piensan igual.

En mis artículos siempre he sido critico de la clase que gobernó este país, y entre las opiniones que he vertido en su contra se encuentran la acusación que realicé antes que Evo fuera electo, cuando opinaba que, “la arrogancia de las clases gobernantes es igual de suicida que la intransigencia política”. A su vez, al comentar sobre políticas para enmendar la discriminación, sarcásticamente comentaba que, “... si acaso existió “acción afirmativa” en Bolivia fue para los más privilegiados, y si el Estado boliviano fue paternalista, lo fue en beneficio de la oligarquía política nacional." Por ultimo, les presento como evidencia las siguientes dos citas:

“El racismo es uno de los mayores males que aquejan a nuestra nación, y uno de los mayores obstáculos en nuestra transformación hacia una sociedad productiva, viable y estable. Pero es más cómodo para los “criollos” insistir con su heredado racismo, sin reflexionar sobre sus consecuencias.”

“La necesidad de enmendar el sistema, y de transformarlo de manera que sea más justo, inclusivo y equitativo es demasiado evidente. Son demasiadas las injusticias cometidas, y la arrogancia de la clase que gobernó el país durante toda su historia moderna parece no apaciguarse, incluso ante la imperdible evidencia que el momento del cambio ha llegado, por fin.”

Si la “derecha” opina igual que lo anteriormente opinado en mis artículos, entonces estoy de acuerdo con ellos en lo que digo yo, sean ellos quienes sean. Más importante aún, si la derecha boliviana ha abandonado por siempre la dictadura y represión como instrumentos políticos, y ha madurado lo suficiente como para reconocer sus errores, enmendarlos y construir una sociedad sin racismo y con igualdad de oportunidades, debería ser razón para celebrar, y no para seguir polarizando sobre la base de prejuicios, en lugar de construir sobre la base de principios que ahora compartimos.

Decía yo en otro articulo que, “La cultura dominante en Bolivia es la cultura del poder. Quien tiene el poder pareciera asumir derechos divinos, y los demás deben postrarse ante su magnificencia. Un bastón de mando es licencia para ser arrogante, intolerante, autoritario y corrupto”. ¡Ojo! Lo decía refiriéndome a los que gobernaron ayer. Porque si lo digo hoy, hasta mi propia madre es capaz de acusarme de ser un “derechista.”

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