martes, 4 de noviembre de 2014

Simón

¿Qué haría Bolívar? Si en vez de Marcelo Claure fuese el Libertador quien tiene que cambiar la estrategia del club que lleva su nombre, ¿qué haría en su lugar? El escenario hipotético sería el siguiente: Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte y Blanco ha prometido a sus tropas un territorio. La oferta la hizo tiempo atrás, cuando ese territorio estaba hipotecado para pagar, entre otras, deudas a tropas extranjeras.

Ahora que ese territorio ha sido saneado y en su superficie se eleva una sólida estructura, en el horizonte de Bolívar se avista conquistas más ambiciosas. Entonces, en vez de darles a las tropas un territorio donde originalmente prometió (lo cual no cumple un fin estratégico), el Libertador les ofrece otra comarca; una que les permita proyectarse a nivel internacional.

La realidad es que en una asamblea celebrada el 2011 en el coliseo del Colegio Don Bosco el Presidente de Baisa habría prometido darle al Club Bolívar oficinas en el edificio a ser erigido en el lugar donde estaba el Gran Centro Mario Mercado. Eso fue antes de que todas y cada una de las piezas de la estrategia estuviesen claras. La estrategia ahora debe adaptarse a las necesidades concretas. Una necesidad real es que las oficinas del Club Bolívar estén en el lugar donde se planea construir un club social y deportivo, además de una urbanización y centro de alto rendimiento.

Evidentemente, Baisa no es dueño del Club Bolívar. Tan solo fue su Libertador (de deudas). Pero la historia nos enseña la moneda con la que pagaron a Simón Bolívar por su excelente gestión. Otro caso similar se gesta al interior del Partido Demócrata Cristiano, siglas que el 2013 abarcaban menos de cinco mil personas. Ahora que el PDC conquista a casi medio millón de sufragistas, los “verdaderos” dueños del partido saltan a la cancha, para hacer usufructo de una gestión que no les pertenece.

Más allá de la astucia criolla, el meollo del asunto es nuestra capacidad de adaptación. La receta keynesiana de activar la economía en el corto plazo, incrementando el gasto presupuestario del Estado, para crear un efecto multiplicador mediante el incremento en la demanda agregada, no es una estrategia sostenible. Utilizar la política fiscal para reactivar una economía en recesión es una estrategia coyuntural. El keynesianismo populista, sin embargo, pretende convertir el gasto público en una estrategia de largo plazo.  

Cuando un periodista increpó a Keynes por cambiar de posición, él le contestó: “Cuando mi información cambia, yo altero mi conclusión. ¿Qué hace usted, señor?” Existe gran presión social sobre Morales para seguir implementando en políticas públicas la retórica socialista con la que se catapultó al poder. En realidad, nubes en el horizonte señalan la necesidad de conducir la nave del Estado hacia mayor responsabilidad fiscal y reglas de la economía de mercado.

El liderazgo de Evo, Marcelo y Tuto requiere ser flexible a la hora de modificar estrategias y definir objetivos. Las tropas, sin embargo, responden a intereses personales, mezquinos y de corto plazo. El líder, por ende, debe ultimar su capacidad de conquistar la visión egoísta de aquellas huestes incapaces de entender que las condiciones en el terreno a veces cambian.

Keynes solía decir que los mercados pueden mantenerse irracionales más tiempo de que pueden mantenerse solventes. Si el Club Bolívar prefiere “pájaro en mano”, su solvencia de largo plazo podría verse comprometida. Dudo que Claure premie una actitud cortoplacista e irracional inyectando al club más de su propio dinero. Lo propio puede suceder con el PDC, donde el afán de protagonismo de unos cuantos puede lograr que el partido retroceda a su nivel normal el 2019.


Si la economía nacional se contrae, pero seguimos derrochando tesoro en gallinazo, la solvencia de Bolivia también podría sufrir. Si conquistar una crisis requiere hacer a un lado el dogmatismo, ¿debe el líder decepcionar a las tropas al cambiar de estrategia? ¡Simón!  

lunes, 3 de noviembre de 2014

Segunda Serpiente

A un militar le enseñan a matar. No obstante su objetivo mortal, la institución castrense se rige bajo estándares de ética que norman el acto de quitarle la vida al otro en el marco de un conflicto armado. Por muy violenta su profesión, los soldados deben rendir cuentas ante la sociedad cuando actúan fuera del marco establecido y acordado por la comunidad de naciones.

Otro marco ético controversial es aquel que rige al mundo de los negocios. Para triunfar en el mercado, algunos empresarios sienten la necesidad de pisotear al otro. Si bien esa relación obrero-patronal lentamente se transforma a una relación basada en la interdependencia (y no la explotación), el mandamás debe ser capaz de conciliar el sueño sabiendo que sus subordinados apenas satisfacen las necesidades básicas en su hogar.

Aquel soldado o empresario a quien le tiemble el pulso a la hora de conquistar, matar o eliminar la competencia, posiblemente sea quien muerda el polvo.

La ética en la medicina es otro tema con el cual la sociedad boliviana parece no dar pie con bola. Al igual que el soldado, el médico debe convivir con la muerte, por lo que desarrolla un grueso callo en las paredes de su corazón. La diferencia, sin embargo, es que este último no está en el negocio de eliminar a nadie.

Un médico ve mucha muerte y sufrimiento. Al principio el dolor ajeno tal vez invade su alma y cause insomnio. Es comprensible que adquirir cierto grado de indiferencia sea importante para cumplir con su labor. De hecho, en algunos países las normas le prohíben operar a un familiar cercano. Pero una cosa es forjar insensibilidad en nombre de su voto hipocrático y otra muy diferente es ser hipócrita con su voto de velar por el bien de los enfermos

Nuevas generaciones entienden el vacío normativo como justificativo para practicar la medicina como si fuesen mecánicos. En Bolivia existe un nivel de impunidad hacia los médicos que raya en el escándalo. Cuando un individuo no tiene un incentivo para sacrificar su tiempo y esfuerzo, difícilmente va a invertir su juventud estudiando. Pero cuando no existe un desincentivo que obligue a sostener una conducta ética, con seguridad que ese individuo también hará lo que le da la gana.

El marco normativo que rige la conducta de un médico en Bolivia es precario, por decir poco. La indiferencia que ejercen algunos médicos raya en el maltrato. Si bien la ley no debería solo encontrar culpables y es necesario mejorar las condiciones laborales de nuestro médicos y sus herramientas de trabaja, y si bien no se trata de favorecer al Colegio de Abogados e incrementar el costo de la medicina, tampoco debería existir absoluta impunidad.

El símbolo de la medicina es el bastón de Esculapio, uno de los dioses de la medicina, que practicó la medicina con profundo sentido humanista. La serpiente enrollada supuestamente manifiesta la relación desinteresada de un médico con los pacientes. En otros países se ha agregado una segunda serpiente, desvirtuando la simbología original. Las dos serpientes en un bastón (caduceo) representan a Mercurio o Hermes, considerado en la mitología romana el dios del comercio, tráfico y comercio en general, 

El Colegio Médico de Bolivia luce un escudo con solo una serpiente enrollada. La mayor parte de sus miembros honran su profesión con una ética y espíritu de servicio impecable. Pero en la medida que siga existiendo un vacío legal y persista la impunidad hacia las malas prácticas, los malos hábitos y conductas extraviadas de ética seguirán enrollándose en camas de hospitales, cual segunda serpiente.


No se trata de criminalizar la profesión médica, se trata de normar un voto hipocrático que - en demasiados casos - parece solo enrollarse en palabras que salen de su mal remunerada lengua el día que por fin se gradúan. Su servicio y sacrificio es invaluable. Pero aquellos que juegan con la vida y dolor ajeno también deberían rendir mínimas cuentas a la sociedad. 

lunes, 6 de octubre de 2014

Misa Crítica

Cuando un mono lavó su camote en una isla japonesa, dio lugar a una revolución cultural. Sucedió en 1958, durante un experimento científico que consistía en arrojar camotes en la arena. De pronto, a un macaco se le ocurrió lavar el tubérculo. Su conducta fue imitada por otro mono, luego por otro, hasta llegar a la masa crítica. Cuando varios macacos de la isla de Koshima entendieron que lavar el camote era una forma más sabrosa de engullir calorías, la conducta pasó a formar parte de su arsenal cultural.

Después del centésimo macaco que lavo su comida, todos empezaron a degustar camotes dulces sin retrogusto a trocitos rocosos de sal. En el caso de los seres humanos, repetimos conductas destructivas sin importar el resultado. Para nuestra especie, la “masa crítica” funciona bien en el mercado de consumo, donde aprendemos rápidamente a degustar de la última moda. Pero cuando se trata de conductas que contribuyan al bien común, nuestra cultura milenaria se convierte fácilmente en individualista, egoísta e irresponsable.

¿Cooperar no botando basura? Para qué, ¡si es solo un pedacito de papel! Cuando millones tiran un pequeño papelito, se transforma en un gran tapón que, de darse una tormenta de granizo como la del 2002, puede causar otra tragedia. Tal vez sea un residuo del neoliberalismo pero, sin importar las consecuencias, el citadino se niega a cooperar con los demás. De boca para afuera es un ser comunitario. Su conducta, sin embargo, demuestra que se avoca a su interés personal.

En la isla de la zona sur de La Paz, barrio de todo estrato social, la Alcaldía ha creado (sin pensar) su propio experimento. Debido al reordenamiento vehicular recientemente implementado, una de las salidas de Achumani es a través de la calle 20 de Calacoto, donde se instaló un semáforo para que el tráfico pueda cruzar de Este a Oeste la avenida Ballivian.

Los transportistas protestaron que el semáforo de la calle 20 les perjudica. Cediendo al chantaje sindical, la regulación tecnológica del tráfico fue cancelada. No obstante la actual libertad de transitar por esa intersección de manera irrestricta, se observa choferes que disminuyen la velocidad, permitiendo que los que vienen de Achumani crucen delante de ellos.

Al igual que los macacos aprendieron a lavar sus camotes, es posible que los conductores aprendan a cooperar, para así agilizar el tráfico. Reemplazar el semáforo de la calle 20 con la cortesía de permitir que fluya el tráfico, es una manera de aportar al bien común. Porque cuando se bloquea una intersección para ganar 20 segundos, aquellos coches que pretenden cruzar dicha intersección pierden minutos. Y cuando vamos sumando los minutos, el bloquear intersecciones causa un círculo vicioso.

La “ventajita” de bloquear la intersección hace creer que ganamos 20 segundos. La mezquindad, sin embargo, resulta inútil. Al igual que el pedacito de papel que tiramos se acumula, cuando todos bloquean su respectiva intersección, construimos un tapón en todas las calles, lo cual nos hace a todos perder horas.

Bloquear una intersección es egoísmo; un acto mezquino, irracional y cortoplacista. No bloquear una intersección es un acto de interés personal, porque promueve la cooperación y aporta al bien común. Muchos hablan en contra el egoísmo, como si estuviesen en una cruzada medieval. A la hora de ejercer su “patriotismo”, sin embargo, tiran basura a la calle y bloquean intersecciones. Con seguridad no entienden la diferencia entre egoísmo e interés personal.   


Muchos fieles del poder disfrutan la moda del “comunitarismo”. Pero cuando actúan, piensan solo en ellos. Afortunadamente la necesidad es la madre de la colaboración. Cuando la urbe crece, se necesita de más que rituales cristianos o demagogia socialista; se requiere ejercer las bondades de la cooperación. Lo fácil es llenarse la boca de votos de hermandad y solidaridad; lo difícil es ejercer en las calles (y por interés personal) el compromiso de colaborar con los demás.

martes, 23 de septiembre de 2014

Bien Vivo

Un buen barómetro de la evolución social es el trato a los animales. Mientras más primitiva una cultura, mayor el grado de crueldad ejercido cotidianamente sobre indefensas criaturas. Rasgarse las vestiduras, sin embargo, no cambia nada. La evolución es lenta. Es por ello que recién el año 2114 se estudiará en el Congreso Nacional la creación de una Unidad de Protección de Animales, dotada de un buen presupuesto y autoridad legal para enjuiciar casos de abuso y descuido negligente de mascotas.

Leyes que protejan a los animales no se aplican. Leyes que hagan responsables a dueños de mascotas que infligen daños a terceros también quedaron en la anécdota. Más allá de gran indignación ocasionado por Rosalia, una niña destrozada por unos rottweilers, el marco legal y aplicación de la norma sigue casi igual. Vivimos en un limbo de rabia intermitente, piojos viajeros y un coro de ladridos que acurrucan la Plaza Murillo.

Nos parecerá hasta ridículo que el ADN (código genético) de un sabueso deba estar registrado en una base de datos, que permita identificar el propietario del cachorro que dejó en la calle un fétido recuerdo vaporoso. En otras latitudes, en cambio, si un perro se sienta y el dueño no levanta, un agente recogerá y analizarán las heces, encontrarán al dueño, y éste recibirá una multa por ensuciar la vía pública. En sociedades capitalistas, el Estado regula la tenencia y trato de animales domésticos (a la vez que permite torturar gallinas enjauladas y vacas en el matadero).

De vuelta al rancho, en la ciudad de La Paz, allá donde los límites de la urbe se tropiezan con huertas y granjas, hay quienes lucran a costa de los vacios legales en los que habitan nuestros animales. Cuenta la anécdota que un granjero que cría chanchos tiene un corral cerca a un camino cuyo tráfico se ha multiplicado en los últimos años. Cuando pasa a pie un individuo de perfil urbano, el granjero amenaza con matar a un perro, que junto a los cerdos retoza impávidamente dentro el corral.

Al perro se lo acusa de haberse comido un chancho. No falta un amante de los animales que se apiada del perro y paga su rescate (según la leyenda, de hasta Bs. 2.000). Lo que el insospechado humanista no sabe es que el perro es propiedad del granjero, quien lo utiliza de carnada para extorsionar a filántropos con ingresos disponibles.

Moraleja: mientras criticamos el neoliberalismo ajeno, en Bolivia hay libre mercado no solo para ropa usada, autos chutos, coca inmasticable, mercados informales y partes robadas. El neoliberalismo boliviano también aplica a esa otra propiedad privada, con la que podemos hacer lo que nos venga en gana, libres de toda regulación: nuestros animales. Aquí matar un perro es casi un derecho a la libre  expresión.

Hablando de vacios legales, en el mundo de las finanzas se debate hasta qué punto la regulación bancaria evita que codiciosos especuladores pongan en jaque al sistema una vez más vendiendo bonos chatarra, y hasta qué punto las regulaciones sofocan la recuperación económica global. El tema es uno de equilibrio, o efecto “la sopa de Ricitos de Oro”: ni tan caliente que queme la lengua, ni tan fría que pierda su sabor.

La conducta del granjero, en todo caso, tiene algo en común con la del banquero: obedece a incentivos/desincentivos. El granjero (al igual que el banquero) es bien vivo: identifica una oportunidad de hacer dinero. Si su amenaza de matar a su propio perro no encuentra obstáculo alguno en normas legales o una Unidad de Protección de Animales, entonces le mete no más.


Los valores son importantes, pero no son la única herramienta para transformar la conducta. El individuo actúa de manera racional, por lo que también obedece a castigos por parte del Estado e incentivos por parte del mercado. Pero en vez de buscar equilibrios entre estatismo y economía de mercado, es más popular rasgarse las vestiduras. Con razón que en vez de crear complementos, preferimos seguir no más viviendo bien felices con este y con el otro animal.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Secuela de Escuela Patriarcal

Todos odian y reproducen a la vez el patriarcado. Suponen que su génesis es la Revolución Industrial, cuando la sociedad se liberaba del yugo de reyes. El patriarcado, sin embargo, data de mucho tiempo atrás. Solamente en la maquinita productora de demagogia populista (que algunos confunden con cerebro), es concebible promulgar que el patriarcado es producto del capitalismo.

La diosa de la fertilidad, de fases lunares y buenas semillas, fue reemplazada por el dios de la guerra. De vivir en pequeñas comunidades agrarias, las tribus entraron en una vorágine de acumulación territorial. La comprensión de ciclos y don de dar a luz femenina, fue opacada por la capacidad masculina de quitarla. Las sociedades de la antigüedad eran equilibrios inestables, en las que la disciplina, obediencia y verticalidad era cuestión de supervivencia. Las crisis políticas eran el pan de cada día: no había lugar para la intriga o traición.

Sin grabadoras para desprestigiar al oponente político (ni medios para socializarla), las jerarquías en la antigüedad se mantenían al precio de sangre. Con el tiempo, el caudillo (patriarca) se hizo más sofisticado. En vez de cabezas sobre una estaca, perfeccionó los mecanismos de control social. De esa manera, de ser una institución diseñada para imponer orden en la familia (y control de la sexualidad femenina), el patriarcado evolucionó a una institución que impone orden social. El padre se convirtió en Estado.

El patriarcado es una forma adicional de imponer orden social. Hoy resulta difícil diferenciar entre las relaciones sociales sexo–políticas (que marcan jerarquía de género), de relaciones de poder (que marcan jerarquía, pura y simple). El Estado (patriarca) se adscribe el monopolio al uso de la violencia, es quien cobra impuestos y quita nuestra libertad por transgresiones a la ley.

El miedo a la traición de eras pasadas se ha convertido en el miedo al engaño ciudadano. Naciones verticales, tierra de caudillos, intentan disuadir la evasión del deber mediante una maraña de leyes. La burocracia debe controlar la conducta y limitar la capacidad del ciudadano de alterar el orden político. Juicios eternos y leyes antiterroristas, vigilancia a las transacciones financieras, secuestro de tuiciones del Poder Judicial para controlar contratos privados; todas son maneras de ejercer la paranoia patriarcal, cortando tan solo figurativamente cabezas.

La diferencia entre una sociedad de patriarcas, vertical y proto-fascista, y una sociedad democrática, de iguales y horizontal, es la cantidad de normas, leyes y represión necesaria para que el ciudadano actúe idóneamente. Cuando el Estado no confía en sus ciudadanos, debe sofocar la iniciativa personal, controlar las transacciones, escudriñar sus conductas. Cuando los principios básicos permiten el marco de valores esenciales, el individuo puede actuar con mayor grado de libertad en su afán de contribuir al bien común.

En Estados proto-fascistas, el gobernante usa una maraña de normas constitucionales para imponer su concepto de justicia, aquello que merece castigo y valores que todos debemos enarbolar. En un Estado liberal, la Constitución establece principios básicos y el individuo debe obedecer el espíritu de la ley (no el discrecional antojo del patriarca).

En ambos casos, el Estado debe imponer castigos a quienes violan la ley. En el primer modelo el marido se permite bailar bolero con la esposa del amigo, pero luego le recrimina a la esposa por bailar sola frente al espejo. En el segundo modelo, ambos son libres de expresarse al son de la música: lo que importa es el compromiso entre ellos de no lastimar ni portarse mal.

Cualquiera sea el modelo político, los principios, normas y valores se vuelven con frecuencia una excusa para ejercer dominio sobre los demás. Lo único predecible es la doble moral de hijos e hijas del patriarca; secuela de ser parte de una misma escuela. Pero en cuanto a un Estado machista se refiere, temo que el modelo estatista es más machista que la democracia liberal.


martes, 2 de septiembre de 2014

Inversión de Roles

El rey de la hamburguesa es Jorge Paulo Lemann, un brasileño, co-fundador de 3G, el holding dueño de Burguer King. La sede de esta cadena de restaurantes abandona EE.UU y se muda al Canadá. El éxodo que emprenden empresas norteamericanas de su propia patria, supuestamente suelo über-capitalista, es la nueva forma de evadir impuestos; una estrategia que el Presidente Obama ha llamado “anti-patriótica” (“vendepatria” en nuestro argot).

En EE.UU., el código fiscal obliga a Burguer King pagar impuestos sobre ingresos por ganancias obtenidas en Bolivia. Por ende, los 18.000 restaurantes en 100 naciones – con sede ahora en Canadá – tendrían que pagar más impuestos si su sede todavía fuese Florida, en vez de Ontario. La actual regulación fiscal conduce a muchas empresas norteamericanas a buscar refugio en el extranjero. 

El rol de vecino cuasi-socialista, con un régimen fiscal poco atractivo, solía ser para Canadá. Los papeles se han invertido y ahora EE.UU. es el vecino que desincentiva la creación de empleos. En los últimos 3 años, 22 empresas norteamericanas se han mudado al exterior. Otra reversión de roles es la que intenta realizar el nuevo primer ministro de India, Narendra Modi quien, como gobernador del estado de Gujarat durante 12 años, logró instituir un clima de negocios atractivo para la inversión privada.

La economía India sufre de una estanflación, producto de altos niveles de burocracia, corrupción e incompetencia, lo cual llevó a las empresas privadas a reducir sus inversiones a la mitad. La infraestructura en India está décadas detrás de la China; casi 90% de la economía es informal y su sector industrial de manufactura tan solo aporta el 11% del empleo. Las finanzas del Gobierno indio sufren del hecho que solamente el 3% pagan impuestos. El reto es grande y Modi ha decretado el rumbo: “India necesita menos gobierno y más gobernanza”.

El renacimiento indio de Modi requiere sanear las finanzas públicas e incentivar el intercambio comercial con sus vecinos, incluyendo su enemigo histórico, Paquistán. Los japoneses y coreanos tienen su vista puesta en India, donde prefieren invertir, en lugar de China. En vez de incrementar impuestos y desincentivar la inversión, India pretende (al igual que Canadá) expandir la base de empresas e individuos que contribuyan con sus tributos al desarrollo nacional.

Mientras los indios y canadienses invierten su rol cuasi-socialista, en Bolivia el sector industrial, empresarial y energético empieza a sentir las consecuencias de la ausencia de inversión privada. Los actuales paliativos tan solo retrasarán las inevitables reformas, que llegarán solo cuando el agua llegue al cuello. Al comunismo europeo, después de todo, le tomó más de 50 años entender las limitaciones del estatismo. Pero en lugar de alentar una reforma a las políticas de subsidio a los hidrocarburos, la oposición se deleita con acosar al Gobierno por su gradual “sinceramiento” de la economía.

A un par de meses de elecciones nacionales, el debate en Bolivia se enfoca en el “machismo”, un mal compartido a lo largo y ancho de clases, etnias, políticos y hombres con y sin poder. Entretenidos todos los políticos  con desprestigiar al oponente, el sutil acoso a pequeños empresarios, actualmente asfixiados con leyes y regulaciones, pasa desapercibido. Ignoramos el hecho que, en cuanto a clima de negocios, Bolivia ocupa en el mundo el puesto 162 (apenas dos por encima de Afganistán).


La alevosa doble moral no resuelve un problema estructural: una alarmante incidencia de violencia contra la mujer. Y si debatir sobre el machismo y sus fatales vicisitudes es fundamental, tampoco debemos olvidar el acoso a bolivianas, que sufren de la maraña burocrática; empresarias que quieren vivir de su trabajo honesto, pero que deben ceder al sector informal su rol como motor del empleo. El Estado tal vez quiere asumir el rol de la empresa más grande. Pero es al sector informal a quien se le permite - libre de impuestos y regulación - ejercer a su antojo el papel de nuestro mayor patrón.

domingo, 31 de agosto de 2014

En Siria

El terrorismo es cosa seria. Por lo general el terrorista de uno es héroe del otro. Ejemplosvan desde al Comandante Che Guevara hasta Nelson Mandela. Los terroristas del Estado Islámico en  Irak y el  Levante (EIIL), en contraste, parecen haberse ganado el título de “enemigo público número uno” en ambos bandos geopolíticos. Con asesinatos en masa por no obedecer el dictamen de cambiar de religión y su asedio al dictador dujour, don Bashar al-Assad, parece que estos chicos malos lograrán confundir aún más el relativismo moral que reina estos días.

En contraste al ejército Israelí, el gobierno de Siria no posee un arsenal de misiles guiados por láser. Su manera favorita de matar terroristas es lanzando bombas de barril en medio de mercados. No es inusual que a Bashar al-Assad se le otorgue prerrogativas que se censura en otros, especialmente cuando aquel que aplica dicha violencia es judío. La gran ironía del siglo XXI, sin embargo,pudiese ser que Bashar al-Assad autorice (en secreto) utilizar misiles norteamericanos guiados por laser en la destrucción de su enemigo.

No daríamos la bienvenida a sugerencias de árabes y semitas sobre cómo implementar en nuestro continentela novedosaconcepciónde “derechos humanos”. Y aunque lo que maquinen los persas si nos interesa, no deberíamos asumir que cala en mentes árabes y semitas nuestra opinión sobre cómodebe manejarse en Siria la amenaza de EIIL. Muy al margen de nuestra opinión, el autorizar a aviones norteamericanos disparar a terroristas en suelo Sirio es una decisión que árabes, persas y sirios tal vez tendrán que consensuar.

Existe evidencia contundente que en Siria el gobierno ha utilizado armas químicas para combatir el terrorismo. Ese hecho no recibió condena alguna de nuestros analistas de gran Levante,porque ellos parecen no conmoverse con las 192.000 personas que han perdido su vida en manos de ese gobierno amigo. ¿Qué dirán los amigos de Irán si aviones de la OTAN ahora embisten al “enemigo de su enemigo”?

El maniqueísmo es una herencia medieval que impide soluciones serias. En nombre de verdades absolutas, la mentalidad tribal nos hunde en un relativismo moral que convierte al “enemigo de mi enemigo”en“amigo”. Consideraciones éticas universales caen por la borda del pragmatismo geopolítico. Los ideólogos anti-imperialistas ahora deberán sopesar algo impensable: que el policía del mundo ejerza su rol con idoneidad por lo menos una vez en su vida.

Que Siria autorice a aviones norteamericanos disparar contra EIILen su suelo es dudoso. Las preguntas siguen siendo legítimas:Puede la comunidad internacional apoyar en Siria la lucha contra los terroristas más crueles de la historia?Si EIIL es el enemigo común, ¿se justifica cruzar la frontera de Irak y atacarlos en Siria? ¿Los 192.000 asesinados en Siria eran todos terroristas de EIIL?

Los ideólogos del bien superior podrán retorcer la lógica y ética para justificar las acciones del gobierno sirio y bailar sofistamente alrededor de la posibilidad que EE.UU. sea (en teoría) aliado de su dictador amigo. Incluso seráncapaces de condenar maniqueamente cualquier esfuerzo sirio de cambiar armas químicas y bombas de barril por tecnología norteamericana en su lucha contra el terrorismo de EIIL. Lo que no podrán es explicar la razón detrás de su indignación selectiva, que calla cuando los que perpetran crímenes contra la humanidad son aliados que avanzan sus intereses geopolíticos.


Combatir a terroristas que – de tener el poder – nos obligarían a decidir entre su religión o la muerte, no permite cálculos antojadizos y relativismo moral. Pero la capacidad de los intelectuales del “bien y el mal”de escabullirse en su retórica sofista y manipular al colectivo es cosa seria.  Han callado sobre Siria y su opinión es intrascendente en acontecimientos en pleno desarrollo. Pero ahora que la amenaza de EIIL es cosa seria, esperemos de ellos mínima seriedad y consistencia, aunque sea solo para defender la supervivencia en el poder de su genocida favorito. 

lunes, 25 de agosto de 2014

Una Yihad Migratoria

Bajo el manto de una amenaza terrorista, el Plan Cóndor justificó la aplicación de infames estrategias extra-judiciales. En contraste, los imputados en el caso Rozsas de terrorismo reciben un trato inconmensurablemente más digno, humano y apegado a derechos universalesque terroristas de antaño, quienesfueronbrutalmente torturados, su liberta secuestrada, su vida apagada.

En la película “Olvidados”,aparece un agente de inmigración boliviano que reconoce haber disfrutado la tortura psicológica que aplica a un ciudadano norteamericano con doble nacionalidad. Cuando se contrastalos horrores que vivieron revolucionarios en la década de 1970 al “inocente” suplicio que sufre este boliviano, que migró a EE.UU.y ahora regresa de “turista”, es casi inevitable celebrar la lenta evolución de los derechos civil. En contraste, el sutil acoso migratorio y discrecionalidad aplicada al yankee, capitalista e imperialista de sangre boliviana resulta bastante cómico.

Por sutiles las tácticas y civilizadas las condiciones en las que se retiene hoy al enemigo en la guerra contra el terrorismo, aquellos imputados por ese crimen igual han sido privados de su libertad. Por grandes los avances en derechos civiles desde 1970, las estrategias judiciales todavía acusan grandes deficiencias (por ejemplo, los imputados retenidos años sin una condena o juicio en la base militar de EE.UU. en Guantánamo).

El cambio de 1974 a 2014 es grande. Requeriría de gran ingenuidad, sin embargo,  suponer que hemos alcanzado lacúspide de la libertad. La libertad jamás será absoluta y un “terrorista”no debe ser libre de atentar contra la integridad del Estado. A veces resulta difícil definir quien es un terrorista, quien defiendela integridad de su nación y quien es un separatista.

El secuestro mediático ha creado un entorno en el que es difícil entrever los pormenores de la guerra civil en Siria y de los esfuerzos separatistas en el este de Ucrania.  La actual hegemonía que ejerce el poder oficial sobre el discurso popular seguramente provocaría envidia entre aquellos graduados de la infame Escuela de las Américas.

Para muestra un botón: aquel candidato que tenga la osadía de hablar del modelo de desarrollo chileno (gobernado por una socialista),o del modelo peruano (gobernado por un indígena de izquierda),sería inmediatamente fustigado en el 80% de los medios como un vil “neoliberal”. Fin del debate.

El debate es un estamento inviolable en democracias más evolucionadas. En Rurrenabaque y la Sagarnaga tal vez quieran saber por qué en la Plaza Murillo deciden vengar las muertes de inocentes civiles palestinos mediante un sutil acoso migratorio a inocentes civiles israelitas, que representan el más importante flujo de turistas provenientes de otros continentes. Otros querrán entender por qué el derribo del avión comercial de Malayasia Airlines por un misil, o las cientos de miles de civiles brutalmente asesinados por su propio gobierno en Siria no provocaen los Andes igual indignación.

El ejército Israelí ha cometido atroces crímenes contra la población civil en su intento de socavar la capacidad de Hamas, considerado una organización terrorista incluso por enemigos de Israel: Egipto, Jordania, Arabia Saudita y Emirato Árabes Unidos. Los palestinos en su mayoría viven en Cisjordania. El presidente de Cisjordania, Mahmoud Abbas, públicamente criticó a Hamas por provocar “muertes innecesarias” y “lucrar de la sangre Palestina”.

Aquí no hay “buenos” y “malos”, hay un complejo conflicto que amerita objetividad, no fundamentalismo. Pocos medios nacionales seguramente se atreverán a brindar ambos lados de la moneda, un secuestro mediático que podría incitar sentimientos anti-semitas en Bolivia. Esperemos que periodistas que sí se atreven a dar una voz a Israel (PAT) no paguen por su atrevimiento de incitar un debate.


Los dineros semitas han sido implícitamente declarados poco gratos. Aquellos que viven del turismo seguramente  querran entender por qué el bienestar de su familia debe ser mermado en nombre de un tipo de yihad migratoria. 

miércoles, 11 de junio de 2014

Excepcionalismo Andino

Pocas palabras tienen una definición tan enigmática. ¿Qué es el excepcionalismo? El término fue “inventado” en EE.UU. y durante muchos años fue palabra solamente reproducida en bocas fieles al poder en Washington. El concepto forma parte del proyecto civilizador que se les vendió al pueblo norteamericano (bastión del “excepcionalismo”); un proyecto nacional basado en una visión del resto del mundo como un refugio de tiranos y retrogradas que necesitan ser iluminados por la misma gracia divina que ilumina a su nación.

Recurrir a un vehículo de transporte público tal vez ayude entender mejor el concepto. Imagínese que usted transita la ciudad bípedamente y se detiene a esperar que la luz cambie, dándole derecho a cruzar  la acera. Cuando la luz cambia a verde y usted pretende seguir su camino, un taxi se pasa “entre amarillo y rojo”, obligándolo abruptamente a detenerse. Indignado, usted fustiga al apuradito chófer. Pero ahora imagínese que usted es el pasajero de dicho taxi y observa la misma escena, esta vez dentro del vehículo y llevando mucha prisa. Su percepción de los hechos no es la misma que cuando era un peatón.

Moraleja: Cuando son los intereses de uno los que están en juego, el pasarse “apenitas” en rojo y obligar a maniobrar por su vida a un peatón es peccata minuta.

Cuando EE.UU. aplica un pragmatismo geopolítico en nombre de su seguridad nacional y agenda “democrática”, eso es condenable. Pero cuando es el pobrecito de mi, bien desfavorecido “che”, quien practica un tipo (menor e inocente) de excepcionalismo, entonces es justificable, pues.

En 1941, un editorial de la revista Life emplazaba a  EE.UU. “(a)…aceptar de todo corazón [su] deber y oportunidad como la nación más poderosa y vital del mundo; y en consecuencia ejercer sobre el mundo el impacto total de [su]  influencia, hacia aquellos propósitos que [vean] necesarios y utilizando los medios que [consideren] necesarios”. Es decir, yo (EE.UU.) debo hacer cosas medio turbias, porque yo (policía del mundo) tengo el deber moral de – a veces - torcer la ley en nombre de un bien mayor.

¿Todavía es enigmática la definición? En las relaciones de pareja también hay excepcionalismo. El equilibro de poder es – después de todo - un elemento en el proceso de amarse mutuamente. Evidentemente hay un bien común: el bienestar de la pareja. Según la hegemonía patriarcal, se justifica mentirle al conyugue en nombre de esa unión. El excepcionalismo del hombre autoriza el violar el voto a la fidelidad que impone sobre su pareja. Mentir es por bien de ambos. La mujer tampoco está exenta de “excepcionalismos” cuando se atribuye permisos que niega a su pareja, bajo la excusa que ella es moralmente superior.

El excepcionalismo andino fue célebremente enmarcado en la frase “meterle no más”. El estándar de conducta que imponemos a ex – mandatarios nacionales (ahora prófugos de nuestro tipo de justicia) que no supieron evitar que casi una veintena de personas se inmolen en una gasolinera de El Alto cuando robaban gasolina en medio de un golpe de Estado, no se aplica a un tirano-amigo en Siria, que lanza sobre civiles bombas de barril. El excepcionalismo andino tiene cientos de ejemplos enmarcados en torcidos derechos humanos, una gran reserva económica de gastos justificados y una agenda anti-terrorista salpicada de geopolítica criolla y extorsión.


El excepcionalismo andino tiene larga data. La agenda revolucionaria y anti-imperialista del Dr. Paz Estensoro, por ejemplo, tomó un giro pragmático cuando se refirió al embajador norteamericano como “el compañero Henry Holland”. Luego, en nombre de un bien mayor, emplazó a líderes de la oposición a habitar campos de concentración. El poder en los Andes – después de todo - es rey; y el rey no ha de abdicar el trono sin antes emplazar todo tipo de artimañas. Las astucias criollas están justificadas porque, cual chófer de la nación, el poderoso está justificado por su noble agenda a pasarse un semáforo en rojo. El líder de turno – después de todo – siempre lleva prisa por salvar nuestra nación.  

lunes, 9 de junio de 2014

El Dilema Atigrado

En medio de un resbalón democrático de un Tigre del Asia, en Manila se celebra el Foro Económico Mundial (FEM). Militares tailandeses intercedieron con fusiles para regresar a su nación a puerto seguro. Debido a que los votos ya no podían garantizar la estabilidad social, los militares pretenden avanzarla con la amenaza de meter bala. El Alto Mando promete regresar a los civiles el poder una vez resuelta la crisis que había empujado al Tigre tailandés al borde del abismo.

Participantes del FEM en Manila se preocupan por el crecimiento económico, una redistribución más equitativa de los ingresos del vigoroso intercambio comercial y la estabilidad política. Irónicamente, Tailandia tiene un índice de desempleo bajo. Son las reglas de juego que reparten los frutos del árbol del poder las que parecen no promover una convivencia pacífica entre facciones.

La incongruencia entre una economía pujante y una estabilidad amenazada por roces políticos conduce a los participantes del FEM a preguntarse si en el Pacífico tal vez se deba considerar una tercera vía. El Presidente latino más cercano a Asia intentó una tercera vía política, que se llamó “dictablanda”. Bajo el pretexto del terrorismo que azotaba Perú, el ahora prisionero Fujimori consideró prudente coartar algunos instrumentos democráticos, en particular la división de poderes.

Bolívar, el venezolano, era republicano. Junto al Bolívar de Tembladerani, sus victorias a nivel continental han conquistado el corazón de los bolivianos. Pero es la tercera vía del “chino” (Fujimori) la que parece ser receta favorita para un país considerado “ingobernable”. Y es precisamente allí donde yace el dilema de los atigrados.

El Bolívar ha unido a la hinchada bajo el manto del triunfo internacional. El Bolívar es hoy un equipo de futbol que goza de gran prestigio en todo el continente (no obstante su mediocre desempeño en la liga nacional). El triunfalismo bolivarista es contagioso. Y aunque los atigrados no pueden hablar en nombre de aviadores cochabambinos, petroleros cambas o los Sport Boys, muchos tigres celebran los goles de su celeste rival en cachas extranjeras.

La magnanimidad del hincha parecería ser un indicio de madurez democrática. La alternancia del poder, después de todo, es manifestación de sofisticación cívica. Los atigrados ya ganaron tres copas consecutivas. Es hora que los académicos por lo menos acaricien una.

En la próxima contienda electoral el legado de “Bolívar del siglo XXI” irá a las urnas. Al decidir si mantenemos el curso actual (que por el momento brinda buenos réditos), o nos vamos por un rumbo nuevo y desconocido, los bolivianos deberán enfrentar el dilema atigrado: hacerle barra al rival histórico, en tanto armamos un mejor equipo.

Que un bolivarista juegue para Sports Boy demuestra que no somos tan tribales como nos pintan. Por lo menos en el futbol nos permitimos abrazar la dialéctica y el lujo de defender la posición del otro. En la política la cosa es un tanto más dogmática, por lo que celebrar los logros del oponente (o entender su posición, sin demonizarla) cuesta más.

En las elecciones del 2014, posiblemente más de dos tercios desearán que gane Evo (aunque no voten por él). Unos porque su gestión (por el momento) obtiene resultados; otros porque sería injusto que sea un rival quien el 2020 pague sus facturas. A su vez, la tercera vía entre democracia idealista y un autoritarismo descarado parece ser la formula que aquí brinda estabilidad. Otrora la derecha boliviana consideraba necesaria una dosis de mano dura. “Ten cuidado con lo que deseas”, reza el refrán. 

Con satélite chino, teleférico austriaco, el trazo de una ruta hacia el Pacífico que atraviesa los Países Bajos y una economía todavía estable, será difícil no celebrar un nuevo triunfo bolivariano. Si en nombre del pragmatismo los Tigres del Asia se hacen de la vista gorda en Tailandia, los tigres de Achumani el 2014 haremos de tripas corazón. En urnas y Libertadores, ¡que gane Bolívar!

viernes, 23 de mayo de 2014

La Clásica

La cultura manda. Valores guían conductas, que se enraízan en la psique colectiva, creando un apego a lo “clásico” que es difícil de desarraigar. La racionalidad con la cual se gobierna y administra la cotidianidad, desde épocas ancestrales, se basa en relaciones de poder. Como  dice HCF Mansilla, el autoritarismo es una característica ineludible de la sociedad boliviana.  

La estratificación social ha ido cobrando diferentes matices. La dicotomía “nobleza Inca- hatunruna”, “hacendado-pongo” y “empresario-trabajador”, se ha mantenido vigente y se expresa en la relación “gobernante-pueblo”.  En teoría es el pueblo quien gobierna. Que el poder radica en el pueblo es un principio de la democracia y de la dictadura del proletariado por igual. En la práctica, son unos cuantos los que se engolosinan con el poder, para luego justificar maquiavélicamente los privilegios que extraen de la copa del árbol; poderes que no todos pueden disfrutar.

Reducir la racionalidad de una sociedad a relaciones de poder puede llevar a analogías peligrosas. Un extremo sería justificar el sometimiento del hombre por la mujer, bajo el argumento que es justo revertir las injusticias de miles de años de un sistema patriarcal. La mujer, después de todo, es quien reproduce la vida, factor primordial para la creación de riqueza y supervivencia de la especie. Bajo la lógica del poder, estaría justificado si la mujer ahora aplicase idéntico autoritarismo al que fue sometida durante milenios.

Una bancada de la COB en el parlamento no es buena o mala idea en sí. Muchos factores determinarán si esta transformación de un instrumento de la clase trabajadora (en su conjunto), a un brazo partidario permite imprimir mayor racionalidad a las decisiones del gobierno, que afectan a todos. Esa racionalidad, por ejemplo, se expresa en la renuncia a un alza de sueldo de los mineros de Huanuni, quienes entrevén los riesgos en el mediano plazo de un dogmatismo a la hora de una reivindicación salarial.

Petróleos Mexicanos atraviesa otra transformación. El sindicato de PEMEX vera su influencia reducida en algunas de la decisiones. Los líderes sindicales de PEMEX también perderán sus jugosos privilegios. La promesa del partido que instituyó la primera revolución proletaria del continente  -el PRI – es que la reforma energética creará 2 millones de nuevos empleos. Valdría la pena observar la implementación de su reforma energética y contrastarla con los resultados de PETROBRAS, una empresa que de no ser pública estaría en la bancarrota.

La lógica del PRI es que de nada vale tener un tesoro enterrado, si no se cuenta con el “know-how” e inversión para crear riqueza en la mesa de los trabajadores. La disyuntiva no es ajena a nuestra realidad y la solución no pasa por relaciones de poder; pasa por la racionalidad que emana de un intercambio dialectico de ideas y contrapropuestas.

El poder también manda. Con el mapa electoral que pretende imponer el Tribunal Supremo Electoral es posible que la representación del “pueblo” sea definida antojadizamente, mediante una manipulación de las circunscripciones uninominales. Las relaciones de poder a veces pueden ser definidas mediante maniobras administrativas. Estamos muy lejos de una democracia ideal (y más cerca a una dictadura del prelado partidista). Ese no es el punto.

El punto es que las decisiones que conducen a una mayor productividad no deberían correr por las venas de deslegitimización de la propuesta del otro. El autoritarismo boliviano, lamentablemente, conduce a corroer el dialogo, a truncar la dialéctica de “propuesta-contrapropuesta”, bajo la lógica que si eres oposición eres un traidor a la patria; si eres un ciudadano que se gana la vida con su trabajo, eres un peón que ofende al hacendado. La lógica se reproduce en gobernante y empresario por igual.


La racionalidad que conduce al desarrollo y productividad implica un intercambio de ideas. Cuando aprendamos a negociar los obstáculos a la productividad y creación de empleos, bajo una lógica diferente a la de “relaciones de poder”, ese día será música para mis oídos. 

viernes, 11 de abril de 2014

La Gran Historia

Símbolo del colonialismo salvaje, la explotación minera del Cerro Rico de Potosí bañó de sangre y dolor el extractivismo español. Siglos después, continúa nuestra lucha por liberarnos de capitales extranjeros que – en posible contubernio con cooperativistas – pretenden seguir  extrayendo riquezas del subsuelo. Resulta difícil sacudirnos del yugo foráneo cuando la inversión extranjera interpone su feo antifaz capitalista a nuestros mejores deseos revolucionarios de autosuficiencia.

Los medios de comunicación internacional también arremeten contra nuestra psique, al contar una benevolente historia de la explotación foránea de metales escupidos por volcanes andinos. En una desfachatada narrativa impregnada de colonialismo cultural, History Channel intenta purgar pecados occidentales al vender a nuestra juventud la idea que Bolivia fue percutor del proceso de globalización. Con un optimismo que seguramente ofenderá a los detractores del proceso de integración de los mercados, la narrativa purifica de sus atrocidades la ocupación colonial de naciones asiáticas por parte de potencias occidentales al pintar el comercio entre España y China como antesala necesaria para romper con las barreras que dividían a Oriente y Occidente.

El documental La Gran Historia muestra que las condiciones de intercambio comercial en el siglo XIX eran impuestas por buques de guerra. En la Guerra del Opio, por ejemplo, buques de guerra ingleses arremetieron contra ciudades chinas para castigar el intento de imponer soberanía en esa gran nación. Pero para History Channel pareciera que la sangre derramada por culturas ancestrales valió la pena, con tal de permitir hoy meter más dinero en bolsillos los llamados Tigres del Asia.

No podemos ignorar las injusticias del colonialismo del siglo XIX. Tampoco podemos ignorar el hecho que China es nuevamente una potencia militar y económica. Lejos han quedado las épocas cuando la diplomacia del cañón podía intimidar a este ancestral Dragón. Las condiciones en las cuales se lleva a cabo el intercambio comercial indudablemente han cambiado. Al igual que es necesario recordar el cruel precio de la historia, debemos reconocer los grandes avances en materia económica del siglo XXI.

Hoy emergen nuevas asimetrías y maneras de explotar a los más débiles. El colonialismo asume formas más sutiles: hay menos buques de guerra, más inversión extranjera. El mundo cambia, la lucha por la plata se vuelve más civilizada. Para tomar ventaja de las nuevas reglas de juego, los países adaptan sus estrategias de desarrollo. Por ejemplo, en vez de estancar el psique el sometimiento del ayer, Perú se abre a la industrialización e intercambia agresivamente el producto de su sudor con economías del Pacífico. En contraste, pareciera que nosotros preferimos lamentar la sangre derramada en Potosí y pillaje de nuestra plata por España, para despertar un repudio visceral a la inversión extranjera mediante nuestra propia manipulada narrativa de la globalización.

Una herramienta es útil, como lo es potencialmente peligrosa a la vez. El intelecto puede conducir al ser humano objetivar la existencia; el sexo a denigrar a la psique; la tecnología a contaminar el medio ambiente. Pero el intelecto puede coadyuvar la cooperación entre hermanos, el sexo puede sublimarse en amor y la tecnología libera al ser humano de la esclavitud de la subsistencia.

El dinero es una herramienta. La estabilidad de los mercados, por ejemplo, obliga a Rusia y EE.UU. a extenuar esfuerzos para evitar un potencial conflicto bélico. El intercambio comercial y de inversiones conduce a Japón y EE.UU., Alemania y Francia, China y Taiwán cerrar el pasado cruel y llevar el presente a foja cero. A su vez, empresas que usufructúan de la mano de obra de niños son castigadas en las redes sociales. Las que contaminan, desenmascaradas. Las que corrompen a gobiernos castigadas por la ley. El sistema necesita seguir perfeccionándose y aun existe impunidad. Pero el dinero, aquella herramienta que puede ocasionar tanto mal, también obliga a ser humano a crear condiciones de justicia. Aquellos incapaces de ver el potencial para el bien de esta herramienta tal vez han sido cegados por demasiada ideología y esoterismo medieval.

Un niño que hereda una fortuna sin arriesgar o ensuciar su colorida camisa puede darse el lujo de despilfarrar la fortuna familiar, a la vez que condena la avaricia de sus burgueses antepasados. Cuando le toca al niño dirigir el destino de la familia, el facilismo de su sueldo rentista le permite derrochar monedas, a la vez que menosprecia los factores que permitieron acumular su actual riqueza.  Observamos como naciones que heredan de la Pachamama grandes riquezas se comportan de manera diferente de aquellas menos agraciadas, que deben crear condiciones para que su pueblo tenga acceso a trabajo, educación y salud. Crear condiciones para la inversión extranjera, por ejemplo, es un ejercicio diferente que empecinarse con espantarla. Incluso Cuba hoy entiende que debe transformar su economía para recibir capitales extranjeros.

España conquistó América. Los incas conquistaron a los aimaras. El circulo vicioso de colonialismo y conquista mediante la violencia gradualmente da lugar a un intercambio y  competencia un poco más civilizada. Ello no quiere decir que se haya eliminado la injusticia, o que grandes potencias no puedan todavía imponer condiciones a la fuerza. Hay que legislar un marco que impida futuros abusos. Pero estigmatizar en la mente del pueblo a la inversión extranjera no coadyuva a eliminar la pobreza y es arma de doble filo.

El precio de la historia ha sido cruel. Cruel, sin embargo, también es postrar a un pueblo a las dadivas de un Estado extractivista, simplemente porque la psique de los poderosos  es incapaz de  entender que el capital también trae beneficios, incluso cuando es extranjero. Los cooperativistas deben pagar un impuesto justo, no deben contaminar, explotar a los mineros o imponer legislación antojadiza. Ese no es el punto.


La gran historia es que por razones electorales algunos operadores políticos pretenden complicar el avance de una seguridad jurídica, factor elemental para crear empleos a través de la inversión. Obstaculizar les resulta fácil, porque aquellos que satanizan la acumulación del capital, seguridad jurídica e inversión extranjera reciben jugosos sueldos por su arte de “pensar”, dinero que proviene del sudor del pueblo. La explotación, después de todo, tiene más de un antifaz. 

miércoles, 12 de febrero de 2014

Proceso de Cambio Climático


La hueste de empresarios paceños que migran a Santa Cruz es bastante más nutrida que la que llegó de esa región a La Paz. Pocos empresarios cruceños hacen de La Paz su nuevo hogar. Tal vez se deba a que prefieren climas más benignos o a que el clima de negocios en La Paz no es muy amistoso hacia los de estirpe ambiciosa, sin importar la proveniencia del mercenario del capital. Hay sanas excepciones, pero mientras no tengamos evidencia empírica tan sólo podemos especular.


Precisamente, para evitar la especulación, en Venezuela se implementan medidas draconianas diseñadas para revertir la espiral inflacionaria en la cual cae su economía. Con firmeza y convicción estatista/revolucionaria, el presidente Maduro declaró que en Venezuela se impondría "un nuevo orden económico para invertir las divisas de nuestra patria en el desarrollo socioeconómico y en el crecimiento de la economía real”.

Ahora se desdoblarán los dólares que provienen de las exportaciones de petróleo para evitar que los empresarios adquieran dólares del Estado a un precio por debajo del mercado, para luego jugar inescrupulosamente a la oferta y la demanda.

Otra nación que debe lidiar con los cambios climáticos en su economía es Argentina, también víctima de la racionalidad corrupta de aquellos que primero velan por su propia economía. Nuestros vecinos se ven obligados a devaluar su moneda como única opción para frenar una crisis en deterioro.

Y mientras economistas, politólogos y toda estirpe de pensadores bien intencionados intentan encontrar justificaciones y soluciones para salir del atolladero, existe una certeza: en 2014 tendremos evidencia empírica irrefutable de los alcances del modelo socialista del siglo XXI para salir de una crisis fiscal.

En contraste con las lluvias que arremeten contra el continente debido al cambio de clima, el cambio de clima de negocios resulta en una sequía de inversión directa de capitales extranjeros. Si bien la supuesta autosuficiencia de nuestra economía se vende como un gran logro revolucionario, necesitamos más empresarios que paguen impuestos, contraten trabajadores y compren insumos necesarios en un proceso productivo. Aquellos empresarios que asumen la carga fiscal con la que se pagan nuevos puestos de trabajo creados por la burocracia estatal están al límite de su capacidad de esgrimir recursos.


En ese sentido, se discute una Ley de Inversiones que habrá de dictar el futuro clima de negocios que tendrá nuestro país. Por el momento, la retórica oficial y algunas prácticas políticas han cambiado el clima de negocios en Bolivia en uno inestable. Esta ambigüedad contrasta con la estabilidad político-institucional del modelo que impresiona incluso a sus críticos más neoliberales. La pregunta que los capitalistas se harán al decidir invertir en un clima lleno de sorpresas es si seguiremos recetas estatistas, que pocos resultados han traído a Argentina y Venezuela, o si mantenemos un curso equilibrado que evite extremos climáticos.

En unos meses los ojos del mundo estarán sobre nuestra economía, cortesía de G-77 más China. La retórica oficialista, con seguridad, habrá de arremeter contra los extremos ocasionados por el cambio climático.

Esperemos que el discurso no caiga en contradicciones a la hora de crear para nuestra economía idéntica imprevisibilidad y extremos en el clima para la inversión. Pero si Venezuela y Argentina pueden solventar su tormenta inflacionaria sin necesidad de cambiar su clima de negocios, entonces no tendríamos razón para preocuparnos del clima que creamos con leyes bien intencionadas. El año 2014 nos lo dirá.