martes, 2 de septiembre de 2014

Inversión de Roles

El rey de la hamburguesa es Jorge Paulo Lemann, un brasileño, co-fundador de 3G, el holding dueño de Burguer King. La sede de esta cadena de restaurantes abandona EE.UU y se muda al Canadá. El éxodo que emprenden empresas norteamericanas de su propia patria, supuestamente suelo über-capitalista, es la nueva forma de evadir impuestos; una estrategia que el Presidente Obama ha llamado “anti-patriótica” (“vendepatria” en nuestro argot).

En EE.UU., el código fiscal obliga a Burguer King pagar impuestos sobre ingresos por ganancias obtenidas en Bolivia. Por ende, los 18.000 restaurantes en 100 naciones – con sede ahora en Canadá – tendrían que pagar más impuestos si su sede todavía fuese Florida, en vez de Ontario. La actual regulación fiscal conduce a muchas empresas norteamericanas a buscar refugio en el extranjero. 

El rol de vecino cuasi-socialista, con un régimen fiscal poco atractivo, solía ser para Canadá. Los papeles se han invertido y ahora EE.UU. es el vecino que desincentiva la creación de empleos. En los últimos 3 años, 22 empresas norteamericanas se han mudado al exterior. Otra reversión de roles es la que intenta realizar el nuevo primer ministro de India, Narendra Modi quien, como gobernador del estado de Gujarat durante 12 años, logró instituir un clima de negocios atractivo para la inversión privada.

La economía India sufre de una estanflación, producto de altos niveles de burocracia, corrupción e incompetencia, lo cual llevó a las empresas privadas a reducir sus inversiones a la mitad. La infraestructura en India está décadas detrás de la China; casi 90% de la economía es informal y su sector industrial de manufactura tan solo aporta el 11% del empleo. Las finanzas del Gobierno indio sufren del hecho que solamente el 3% pagan impuestos. El reto es grande y Modi ha decretado el rumbo: “India necesita menos gobierno y más gobernanza”.

El renacimiento indio de Modi requiere sanear las finanzas públicas e incentivar el intercambio comercial con sus vecinos, incluyendo su enemigo histórico, Paquistán. Los japoneses y coreanos tienen su vista puesta en India, donde prefieren invertir, en lugar de China. En vez de incrementar impuestos y desincentivar la inversión, India pretende (al igual que Canadá) expandir la base de empresas e individuos que contribuyan con sus tributos al desarrollo nacional.

Mientras los indios y canadienses invierten su rol cuasi-socialista, en Bolivia el sector industrial, empresarial y energético empieza a sentir las consecuencias de la ausencia de inversión privada. Los actuales paliativos tan solo retrasarán las inevitables reformas, que llegarán solo cuando el agua llegue al cuello. Al comunismo europeo, después de todo, le tomó más de 50 años entender las limitaciones del estatismo. Pero en lugar de alentar una reforma a las políticas de subsidio a los hidrocarburos, la oposición se deleita con acosar al Gobierno por su gradual “sinceramiento” de la economía.

A un par de meses de elecciones nacionales, el debate en Bolivia se enfoca en el “machismo”, un mal compartido a lo largo y ancho de clases, etnias, políticos y hombres con y sin poder. Entretenidos todos los políticos  con desprestigiar al oponente, el sutil acoso a pequeños empresarios, actualmente asfixiados con leyes y regulaciones, pasa desapercibido. Ignoramos el hecho que, en cuanto a clima de negocios, Bolivia ocupa en el mundo el puesto 162 (apenas dos por encima de Afganistán).


La alevosa doble moral no resuelve un problema estructural: una alarmante incidencia de violencia contra la mujer. Y si debatir sobre el machismo y sus fatales vicisitudes es fundamental, tampoco debemos olvidar el acoso a bolivianas, que sufren de la maraña burocrática; empresarias que quieren vivir de su trabajo honesto, pero que deben ceder al sector informal su rol como motor del empleo. El Estado tal vez quiere asumir el rol de la empresa más grande. Pero es al sector informal a quien se le permite - libre de impuestos y regulación - ejercer a su antojo el papel de nuestro mayor patrón.

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