domingo, 31 de agosto de 2014

En Siria

El terrorismo es cosa seria. Por lo general el terrorista de uno es héroe del otro. Ejemplosvan desde al Comandante Che Guevara hasta Nelson Mandela. Los terroristas del Estado Islámico en  Irak y el  Levante (EIIL), en contraste, parecen haberse ganado el título de “enemigo público número uno” en ambos bandos geopolíticos. Con asesinatos en masa por no obedecer el dictamen de cambiar de religión y su asedio al dictador dujour, don Bashar al-Assad, parece que estos chicos malos lograrán confundir aún más el relativismo moral que reina estos días.

En contraste al ejército Israelí, el gobierno de Siria no posee un arsenal de misiles guiados por láser. Su manera favorita de matar terroristas es lanzando bombas de barril en medio de mercados. No es inusual que a Bashar al-Assad se le otorgue prerrogativas que se censura en otros, especialmente cuando aquel que aplica dicha violencia es judío. La gran ironía del siglo XXI, sin embargo,pudiese ser que Bashar al-Assad autorice (en secreto) utilizar misiles norteamericanos guiados por laser en la destrucción de su enemigo.

No daríamos la bienvenida a sugerencias de árabes y semitas sobre cómo implementar en nuestro continentela novedosaconcepciónde “derechos humanos”. Y aunque lo que maquinen los persas si nos interesa, no deberíamos asumir que cala en mentes árabes y semitas nuestra opinión sobre cómodebe manejarse en Siria la amenaza de EIIL. Muy al margen de nuestra opinión, el autorizar a aviones norteamericanos disparar a terroristas en suelo Sirio es una decisión que árabes, persas y sirios tal vez tendrán que consensuar.

Existe evidencia contundente que en Siria el gobierno ha utilizado armas químicas para combatir el terrorismo. Ese hecho no recibió condena alguna de nuestros analistas de gran Levante,porque ellos parecen no conmoverse con las 192.000 personas que han perdido su vida en manos de ese gobierno amigo. ¿Qué dirán los amigos de Irán si aviones de la OTAN ahora embisten al “enemigo de su enemigo”?

El maniqueísmo es una herencia medieval que impide soluciones serias. En nombre de verdades absolutas, la mentalidad tribal nos hunde en un relativismo moral que convierte al “enemigo de mi enemigo”en“amigo”. Consideraciones éticas universales caen por la borda del pragmatismo geopolítico. Los ideólogos anti-imperialistas ahora deberán sopesar algo impensable: que el policía del mundo ejerza su rol con idoneidad por lo menos una vez en su vida.

Que Siria autorice a aviones norteamericanos disparar contra EIILen su suelo es dudoso. Las preguntas siguen siendo legítimas:Puede la comunidad internacional apoyar en Siria la lucha contra los terroristas más crueles de la historia?Si EIIL es el enemigo común, ¿se justifica cruzar la frontera de Irak y atacarlos en Siria? ¿Los 192.000 asesinados en Siria eran todos terroristas de EIIL?

Los ideólogos del bien superior podrán retorcer la lógica y ética para justificar las acciones del gobierno sirio y bailar sofistamente alrededor de la posibilidad que EE.UU. sea (en teoría) aliado de su dictador amigo. Incluso seráncapaces de condenar maniqueamente cualquier esfuerzo sirio de cambiar armas químicas y bombas de barril por tecnología norteamericana en su lucha contra el terrorismo de EIIL. Lo que no podrán es explicar la razón detrás de su indignación selectiva, que calla cuando los que perpetran crímenes contra la humanidad son aliados que avanzan sus intereses geopolíticos.


Combatir a terroristas que – de tener el poder – nos obligarían a decidir entre su religión o la muerte, no permite cálculos antojadizos y relativismo moral. Pero la capacidad de los intelectuales del “bien y el mal”de escabullirse en su retórica sofista y manipular al colectivo es cosa seria.  Han callado sobre Siria y su opinión es intrascendente en acontecimientos en pleno desarrollo. Pero ahora que la amenaza de EIIL es cosa seria, esperemos de ellos mínima seriedad y consistencia, aunque sea solo para defender la supervivencia en el poder de su genocida favorito. 

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