Ante la amenaza que se repita la agresión de hordas germanas de la Primera Guerra Mundial, los galos decidieron erigir una de las defensas más famosas de la historia militar: la Línea Maginot. Esta línea de concreto, flanqueada por los Ardennes, es la más majestuosa de todas las barricadas. Su efectividad a la hora de detener al enemigo, sin embargo, caducó el día que la Luftwaffe creció sofisticadas alas de metal. La moderna tecnología de guerra del ejército alemán – y el Blitzkrieg a través de Bélgica - convirtió en obsoleto este coloso de la arquitectura. Los nazis circundaron la línea, a la vez que penetraron el territorio francés desde las alturas; vulnerando y humillando al que fue el poderoso ejército de Napoleón.
Perú es el mayor “enemigo” ideológico con el que – por el momento -compartimos frontera. En el departamento peruano de Cuzco, una zona montañosa de clima parecido a Yungas, yace el majestuoso Machu Pichu. Cuzco colinda con Madre de Dios, donde también se planta mucha coca, de la buena. Madre de Dios colinda con Pando. A diferencia del sus colegas del Chapare y Yungas, los productores de cocaína en esta zona selvática del Perú cuentan con autopistas asfaltadas que conectan su cato con el sindicato de narcotraficantes actualmente radicando en Pando. El destino final de la merca peruana no es Cobija, es Brasil.
Cualquiera supondría que semejante competencia desleal de nuestros vecinos conduciría al Comandante en Jefe a replicar la sutil beligerancia de su homónimo de Venezuela, enviando tropas a resguardar la integridad territorial de nuestra patria. Las fuerzas militares bolivianas, sin embargo, brillan por su ausencia. La carretera que va de Filadelfia a Puerto Maldonado pasa a un lado del rio Muyumano, una frontera porosa con Perú. En esa ruta apenas se ve una vagoneta Toyota de la FELC haciendo rondas. En Puerto Evo el reten aduanero es una pequeña oficina entre medio de tiendas. En Bolpebra, punto de encuentro con Perú y Brasil, el acceso del regimiento a provisiones y refuerzos es restringido a un puente aéreo, porque los precarios puentes de madera caen con las primeras lluvias de verano.
Obtener el 63% del voto exonera al gobierno de brindar explicación alguna. Como ciudadano aun libre y soberano, ello no me priva del derecho de preguntar. ¿Cuál es nuestra estrategia militar? Vamos a invertir 100 millones. Es importante adquirir la capacidad de defender a Bolivia. Ello no quiere decir que no podamos preguntar: ¿cuál es el plan? La historia de Francia demuestra que el objetivo de la inversión puede estar equivocado. Un debate libre entre ciudadanos, a la vez de una deliberación a puertas cerradas entre representantes, puede evitar gastar pólvora en gallinazo.
La confianza depositada en el actual gobierno por un pueblo que aplaude ciegamente cualquier y toda decisión ejecutiva es de asombrarse. Nada demuestra tal devoción mejor que la doble moral que se apodera de nuestro entorno “pacifista”. Los más estridentes adeptos hubiese lanzado un grito al cielo (y piedras a mansalva) si fuese otro gobierno quien decide invertir 100 millones de dólares en importar armas, en vez de crear empleos. Es verdad que cuando la patria se encuentra asediada por el enemigo, tal concentración del poder – nos enseña la historia y George W. Bush – es un mal necesario. Curiosamente, al igual que en EE.UU., el enemigo llegó a Bolivia en vuelos comerciales. En vez de saudís suicidas, aquí aterrizaron europeos.
El argumento aquí es sencillo: democracia que no se ejerce se marchita. Es menester del ciudadano de a pie, por ende, preguntarse cuál es la estrategia militar; cuál es el enemigo; y cómo se piensa derrotarlo. Si el enemigo es EE.UU., tal vez deberíamos incrementar el monto. Si el enemigo es interno, la lógica dominante dicta invertir en complementar la estrategia de hostigamiento político, con armas de represión. Tal vez el plan sea subsanar la actual huerfanidad militar de nuestras fronteras. Ello aún no lo sabemos; posiblemente porque es secreto militar.
Social y económicamente hablando, 100 millones de dólares permiten construir la infraestructura que brinda salud y educación, ayudando a su vez a generar empleos. Pero militarmente hablando, ese monto permite construir una línea de defensa únicamente si es una defensa ideológica. Afortunadamente para nuestros gobernantes, el actual proyecto abstracto de “defensa nacional” no será discutido y será aceptado sin cuestionamientos, gracias a que el poder ha triunfado rotundamente en despertar en nuestro pueblo las ganas de destruir un enemigo igualmente abstracto; un ímpetu alimentado por una gran imaginación.
2 comentarios:
Sinceramente, no me queda del todo claro -por más que el tema sea obvio- el punto de tu texto. Siento que, de todos modos, el mayor enemigo de Bolivia es interno, no externo. Claro que las fronteras se desinflan hacia adentro. Pero es porque allí mismo no hay presión suficiente para mantenerlas. La cohesión de un país en torno a metas prioritarias, la solidaridad alrededor de las causas comunes son la primera línea de defensa. Todo lo demás es conflicto de interes e inútil discusión.
El punto es "democracia que no se ejerce se marchita". Hay que aprender a preguntar "porque y para que". Mas claro?
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