El Gobierno no es culpable del incendio-pseudo-planificado más grande del mundo. El uso del fuego como herramienta agrícola se remonta al principio de la civilización. A lo largo de su depredadora historia, el ser humano ha tratado al planeta como un objeto que debe someterse a su voluntad. El Gobierno entiende, pero no defiende, el uso del fuego para mantener encendida la mala costumbre de tratar a la Madre Naturaleza como un bien público. En “La Tragedia de los Comunes” nos advierte Hardin: “Aquello que pertenece a todos, pertenece a nadie”.
En la suma de locos, más voluntades individuales = mejores bienes colectivos. Su lógica: “Si todos amamos a la Pacha Mama – que es de todos y de nadie – todos nos sacrificaremos por ella”. La lógica es una buena historia de amor, que gana devotos. En la realidad, la amada sale más de una vez con moretes y un ojo verde, consecuencia de una pasión desenfrenada. La mayoría actúa según la probabilidad de beneficio/castigo que gobierna una sociedad. Existen excepciones. Pero la mayoría responde a incentivos/desincentivos, sea un cerdo de Wall Street que abusa del mercado o un campesino que deshierba sin romper su extenuada espalda. Aristóteles decía: “Aquello que es común al mayor número, recibe el menor cuidado”.
En medio del humo de su creación, un chaqueador se queja: “¿Me ignoran, pero ahora me piden que trabaje más por su salud, vuelos aéreos y batalla contra el calentamiento global?”. Las opciones del chaqueador son no trabajar mucho y abusar de un bien común, o invertir mucho más tiempo, dinero y esfuerzo en su cosecha. ¿Cuál elegiría usted? Si el castigo por incendiar la Pacha Mama es 20 centavos de dólar por hectárea quemada, entonces las grandes mayorías preferirán invertir en un buen encendedor y quemar el camino a un mínimo esfuerzo.
¿Blasfemia capitalista? Ignorar que es muy común que el ser humano actúe dentro de los límites de la racionalidad individual tal vez sea muy popular, pero es también muy ignorante. Incluso un niño entiende que el otro ha de responder racionalmente, y que su sonoro berrinche no ha de siempre funcionar. Esa lógica fue aplicada en Potosí, donde supusieron que la población respondería racionalmente ante el hambre y presionaría a los traidorcitos a desistir sus medidas de presión. Pero una razón individual puede parecer irracional al grupo; y viceversa.
La racionalidad del individuo (menos esfuerzo) es irracional para el conjunto (mayor contaminación). Pero la irracionalidad del conjunto (pasar hambre) puede ser racional para el individuo (defender su herencia y dignidad). El equilibrio ente la racionalidad del individuo y del conjunto requiere de más que ingeniería social. Por ejemplo, el incendio-planificado debería incrementar nuestra consciencia ecológica. Las consecuencias son nefastas y afectan a todos por igual. Entonces, ¿por qué no son más “patriotas” los chaqueadores? ¡Porque queman un bien que, al ser de todos, es de nadie!
Moraleja: Que casi todo sea un bien en común no avanza siempre el bien común. Otra: Con zanahorias y garrotes se avanza el bien de todos. Pero si el ímpetu es poco a poco expropiar todo foco económico para crear un bien público, bien grande, más grande también tendrá que ser el garrote usado para garantizar su buen uso, una buena costumbre por lo general individual. Con ayuda de satélite pueden capturar los focos culpables de incendios criminales. Si a falta de incentivos económicos, solo queda imponer la ley, tal vez conviene vender nuestro lujoso Falcón para construir muchos focos de detención.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario