miércoles, 18 de agosto de 2010

De Cascarón a Huevo

En la derecha los pollitos dicen “pio, pio, pio” y comérselos te hace gay. ¿Y el huevo? En su ovalado refugio, el embrión ambiciona con transformarse en polluelo eterno. Dependiente de viscosos nutrientes, luego emergerá un pájaro capaz de alimentarse a picotazos. Aunque son el mismo, existe una diferencia: el huevo es posibilidad de ser, el ave es. Muchos proyectos de una sociedad son como el huevo: tan solo un ideal. Los campesinos podrían enseñarnos a esperar que salgan del cascarón, antes de contar nuestras gallinas.

Según la lógica lineal, toda relación causa-efecto es predecible. Bajo este raciocinio, arremeter contra el contrabando resultará en miles de millones de dólares para las arcas del Estado. ¿De dónde suponen los racionalistas ha de provenir ese dinerito adicional? Proviene de un pueblo que es indoctrinado a resignarse a “vivir bien”. ¿Bien qué? Si deja de comprar lujitos, los miles de millones de dólares jamás ingresarán al Tesoro General. Otra opción es impulsar una economía moderna y productiva, capaz de generar empleos que mejoren nuestra capacidad de aportar en impuestos los “miles de millones” que apetecen los de arriba.

De regreso a la granja: Gobierno y empresa privada, ¿nuevos aliados? A excepción de aduaneros, los empresarios fueron quienes más celebraron la nueva Ley de Aduanas. Si el modelo a seguir es el cubano-venezolano, su alegría puede ser poco duradera. En teoría, en el modelo comunista el Estado acaba confiscando casi toda empresa privada y asume el control total de la economía. Si acaso existe un beneficio de cerrar fronteras, en teoría ese beneficio debe ser para los que controlan todo nuestro poder: político, legal y económico. En teoría todo es posible. En realidad, no todo polluelo sale vivo del cascarón.

Entre las dualidades legales de una línea blanca que entra impunemente y una línea blanca que exportamos a naciones industrializadas, existe otra línea blanca que los potosinos han rayado en su rico salar. Los “miles de millones” de lingotes de plata que subvencionaron la economía mundial entre los siglos XVII y XVII son una deuda moral imprescriptible. En consecuencia, los potosinos no están dispuestos a nuevamente subvencionar - esta vez con su litio - la matriz energética del siglo XXI. Por ende, en el bastión andino del “vivir bien” (¿bien qué?), debería darse un debate sobre alcances y resultados de diferentes modelos de desarrollo e inversión. ¿O es que hay que condicionar también ese debate?

Potosí debe convertir su potencialidad en actualidad, o contentarse con vivir “bien sentados” sobre una de las reservas más importantes de energía. En su acuerdo con el Gobierno tal vez se especifique “cómo” se piensa atraer al departamento la inversión necesaria. No lo sabemos. Probablemente existe solamente el beneficio de la duda, una renovada fe en la capacidad del Gobierno de cumplir promesas, incluso cuando los inversionistas ven que nuestro modelo económico es un tanto esquizofrénico.

Antes de perder una monedita por culpa de “traidorcitos” en Potosí, se fueron al norte, al Amazonas, en búsqueda de otras cabezas, distrayéndose del propósito de atraer inversiones. Curioso que fue en el desértico sur donde se despertó un pueblo cansado de ser la amante ultrajada. Tanta teoría, se olvidaron de un “sur” cansado de tener que cascarle un huevo para apenas subsistir. Resulta que el huevo no es solamente la yema en el centro; es periferia también. Y para acabar con la pobreza necesitamos incubar las mejores ideas. ¿O es que el huevo le teme al cascarón?

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