Se hizo fácil alegrarse por la desgracia ajena. Incluso cuando sus obreros perdieron mil millones de dólares de su patrimonio debido a un ajuste en el precio de su hogar, igual sentimos escorna por los norteamericanos, celebrando su bancarrota. No nos acongojan los miles de hijos que murieron en dos edificios derrumbados, mucho menos los otros miles que murieron cuando viajaron al Oriente a matar. ¡Yankees go to hell! Nunca vi tanto odio hacia un pueblo que luego llamamos un país “hermano”.
EE.UU. entregó su apoyo militar al tirano del Nilo, al costo de traicionar principios de su preciada libertad. Es precisamente esa doble moral que les gana a los yanquis tan mala voluntad. En Egipto las contradicciones tocaron fondo, haciendo trisas la vieja receta de Washington (F.D. Roosevelt) de no importarle que un líder sea un “hijo de perra” (Trujillo), con tal que el hijo de perra sea suyo. Resulta que el Presidente Mubarak no puede garantizar la estabilidad geopolítica en Oriente Medio, cuando no tiene al interior siquiera estabilidad social. Pero si los mil millones en apoyo militar que EE.UU. otorga a Egipto no garantizan control de la región, por lo menos aseguran que si el vacio del poder ha de ser llenado, el nuevo líder será un militar. Con el descalabro de Mubarak, le llega a Barack la hora de defender principios.
Una dictadura de 50 años, con un pueblo sin trabajo, sin oposición, sin libre acceso al Internet y sin libertad de expresión. Esa historia me suena conocida. El 2010, el partido de Mubarak obtuvo el 80% de los escaños en el Parlamento egipcio, una popularidad parecida a la que goza el Partido Comunista en la Asamblea Nacional de Cuba. Si algo nos demuestran la Revolución Digital que arrasa con tiranos en el mundo árabe, es que el siglo XXI ofrece herramientas para que el pueblo piense y se movilice con un alto grado de libertad. Quien se hubiese imaginado que Facebook, un sitio para colgar fotos, se convierta en un espacio virtual para colgar tiranos.
El partido de Mubarak no siempre fue tan odiado. En 1957, cuando Egipto reconoció al gobierno comunista de China y decidió nacionalizar el Canal de Suez, el gobierno del Presidente Nasser era inmensamente popular, su nacionalismo y liderazgo entre los países árabes muy aplaudido. Pero Inglaterra, Francia e Israel estaban inconformes con el líder populista y decidieron atacar a su nación. El Presidente Eisenhower prefirió traicionar a sus aliados de la Segunda Guerra Mundial, antes que apoyar esta agresión tripartita. Desde entonces en Egipto gobierna el partido de Nasser. El Presidente Obama una vez más debe elegir entre ponerse del lado de un viejo aliado (Mubarak) o defender los derechos del pueblo de Egipto. El Presidente de EE.UU. debe elegir entre “estabilidad” a la fuerza en la región más conflictiva del planeta y un principio democrático. Nuestro hermano pueblo norteamericano parece haber recuperado su compas moral.
La doble moral y discursos nacionalistas demagógicos tienen fecha de caducidad. Los tiranos que se afincan en el poder se apoyan en las armas y la ignorancia del pueblo. Con la Revolución Digital, la capacidad de un Gobierno de tapar el sol con un dedo ha llegado a su glorioso final. Líderes que defienden a gobiernos totalitarios que restringen las libertades del pueblo se jactan de ser muy anti-norteamericanos. Pero es Obama quien ha recuperado su norte y es EE.UU. quien nos confiere la tecnología de la libertad (Internet). ¿Creen que pueden seguir manipulando al pueblo y su capacidad de pensar y organizar su propia voluntad? Ni lo piensen.
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