miércoles, 2 de mayo de 2012

¡Viva Hugo!


Un buen hombre es Hugo Chávez. Sus dotes de liderazgo, incuestionables. Su convicción revolucionaria y entrega al pueblo, auténtica y profunda. Escucharlo es escuchar historia viva; relatos ensalzados de anécdotas llenas de humildad. Su empatía hacia el dolor ajeno se hace palpable cuando rememora sus recorridos por todo rincón de Venezuela. Habla con autoridad sobre el sufrimiento de los más pobres, porque es testigo personal de las injusticias de un sistema corrupto y clasista.

A la muerte, Hugo ha mirado antes fijamente a los ojos. Ahora se aferra a los dictados de Cristo para renovar su fe y concluir su proyecto bolivariano. Enfrentado a dos batallas que se entrelazan entre sí, parece temer más el descubrir que su fundamentalismo es un derrotero equivocado, incluso que a abandonar su cuerpo material.

Una página importante del imaginario colectivo latinoamericano pende del latido de un corazón. Más que la mortalidad de Fidel, la salud del comandante Chávez habrá de definir el destino de más de una nación.

El experimento bolivariano ha sacado de la extrema pobreza a más del 30% de venezolanos. No obstante sus luces, las limitaciones del modelo bolivariano se hacen palpables cada día más. Incluso el denominado BRIC, aquellas naciones que han experimentado en la última década un crecimiento desenfrenado, llegan a límites en su crecimiento. No es lo mismo crecer una economía cuando el salario promedio de un trabajador es la octava parte de un salario en países industrializados, que cuando la brecha entre salarios es mucho menor.

El salario real en Brasil, Rusia, India y China se ha casi duplicado en los últimos 20 años. Por ende, su capacidad colectiva de seguir creciendo al mismo ritmo encuentra una disminución en el rendimiento marginal. Pero si naciones que impulsan la inversión y seguridad jurídica (BRIC) están teniendo dificultades para seguir creciendo al mismo ritmo, aquellas que se comen sus regalías se están quedando estancadas en la retórica de “los más pobres”.

La fe en Cristo de Chávez nos hace recapacitar. Si bien su solidaridad hacia los más pobres es sincera, ello no justifica implementar un modelo económico destinado a que – de la pobreza extrema –tan solo se pueda aspirar a seguir siendo (por dadivas del Estado) un poco más favorecido. Las movidas populistas siempre tendrán aplausos. Pero cuando Argentina sigue la receta y corre el riesgo de quedarse sin inversión, nuestro Presidente intenta distanciarse de arengas que espantan la capacidad de incrementar la producción y empleos, para darle una palmadita de confianza a los de REPSOL (aunque “confundiendo” después a Red Eléctrica de España).

Una partida prematura del comandante crearía mayor polarización en nuestra hermana República y profundizaría el apego emocional al modelo en-el-extremo en América Latina. Con las venas abiertas, se olvidan que el socialismo ya ha triunfado en Europa, Asia y Norte América. Hoy existe una economía de mercado mixta, con mayor o menor dosis de políticas sociales; un Estado de Beneficencia que busca equilibrar el gasto y déficit fiscal.

El modelo extremo - de antipatía visceral a esfuerzos de la sociedad civil para crear empleos - es un modelo probadamente fracasado. Pero es menester que las fuerzas dialécticas de la historia sean las que acaben con la última versión del experimento cubano, no el paso mortal de su más reciente paladín. Por ende, que Dios se apiade de su más honesto caudillo. El modelo comunista ha muerto, ¡larga vida al Rey!

2 comentarios:

Guccio dijo...

Esto es broma, no? Hugo Chavez dejara un pais hecho arapos, lo que tomara anhos recuperar. No puedes ser un buen hombre alguien que hizo tanto danho. Si me dices que todo esto lo hizo por ingenuidad, ok, pero no creo.

Desquiciadamente dijo...

No es una broma. Reitero: Es menester que las fuerzas dialécticas de la historia sean las que acaben con la última versión del experimento cubano, no el paso mortal de su más reciente paladín. El modelo comunista ha muerto.