sábado, 11 de diciembre de 2010

Whikipócritas

Las dos potencias económicas fueron humilladas: China con el Premio Nobel; EE.UU. en las primeras planas de todo periódico del planeta. Las vergüenzas de ambos gigantes son debido a simples rumores. Liu Xiaobo – activista de los derechos humanos y ganador del Premio Nobel de la Paz– fue encarcelado por incitar el derrocamiento del sistema socialista mediante “la divulgación de rumores y calumnias”. En el lado opuesto de la cortina del poder absolutista, el activista informático Julian Assange fue arrestado por supuestos crímenes sexuales. Todos sabemos que el arresto de Julian es una vendetta del otro poder imperial por haber divulgado chismes y rumores diplomáticos que auto-atentan contra la hegemonía del sistema capitalista.

Justo cuando pensábamos que la pugna ideológica de la Guerra Fría se amenguaba, de silos con misiles nucleares la batalla pasa a las redes sociales, que hacen eco cibernético a posiciones encontradas en ambos extremos ideológicos. El meollo de la pugna es la libertad de expresión. Los socialistas aplauden el derecho de Assange de divulgar secretos de Estado del enemigo. Los capitalistas aplauden a Liu por exigirle al último Leviatán comunista reformar su sistema político, para que garantice básicos derechos civiles. Lo único que es evidente en ambos casos es la patente hipocresía del ser humano.

La hipocresía parece ser el único derecho universal. Casi todo humano detrás del volante expresa a bocinazos su intolerancia de toda y cualquier infracción de tráfico que cometa el otro, pero se siente con el derecho de violar toda norma de circulación. En este sentido, Wikileaks tiene todo el derecho del mundo de reportar sobre secretos de Estado que un desafectado militar norteamericano le proporcionó. Defiendo la libertad de expresión de Assange. ¿Pero quién defiende a Liu Xiaobo?

Todos aplauden una “mayor transparencia” por parte de gobiernos, para que su administración del poder sea más democrática. Irónicamente, lo único que han logrado es mayor paranoia en los corredores del poder y cinismo fuera de ellos. ¿Dónde está la transparencia del gobierno de Venezuela? No escucho a bolivarianos admiradores de Julian reclamarle a Hugo hacer públicos cables que salen de sus embajadas, para aclarar el misterio de su política de apoyo a Fuerzas Armadas y otras fuerzas irregulares en suelos extranjeros.

Según Kurzban, la hipocresía es parte del diseño modular del cerebro, que ha servido a la perfección el imperativo evolutivo de una convivencia civilizada. En otras palabras, sin la inconsistencia moral y enfoque draconiano en los errores del otro, conjuntamente a una gran capacidad de perdonar a los nuestros sus pecados, el ser humano se vería vulnerable a un nivel de escrutinio moral que podría paralizar al grupo e individuo. Admitir una doble moral es suicidio para la cohesión social. Por ende, todo poderoso dice una cosa, pero hace todo lo contrario.

Las inconsistencias son parte de pugnas de poder. El control del poder luego hace de la hipocresía una política de Estado. Afortunadamente, el Internet está haciendo cada vez más difícil tapar el sol con propagandas. Decía Dickens “no existe nada más poderoso que la sencilla verdad”. Lástima que la verdad sea tan manipulable. Tal vez – evolutivamente– fue necesario el diseño de un cerebro hipócrita. La democracia y derechos humanos nos llaman a aprender a defender imparcialmente la libertad de expresión. Algunos defienden - con toda razón - a Julian, pero le niegan a Liu su derecho a disentir. ¡El poder hegemónico en la tierra es una whipocrecía!

No hay comentarios.: