Cleopatra fue legendariamente bella; una apreciación estética que no dependió de los dictados comerciales del mercado. Pero como el mercado es repositorio de todos nuestros males, ahora los feos tenemos justificación: la fealdad es invento capitalista. Otro mal social es el sometimiento de la mujer. La historia de la humanidad es de opresión y discriminación hacia – indiscutiblemente – el más hermoso de los dos géneros. Las raíces de la injusticia hacia la mujer son complejas. La evidencia muestra que las estructuras patriarcales se reproducen bajo diversos, e incluso primitivos, modelos de “desarrollo”.
El debate sobre si debíamos o no celebrar aquí Miss Universo representa otra paradoja: una que el Gobierno resolvió demasiado fácil. Parece que causó urticaria entre algunos extremos que la reserva moral de la humanidad preste brillo a un concurso que impone estándares de belleza “occidentales” y correspondiente decadente comercialización de lo “relativamente bello”; lo cual les resulta antipático y antitético a su cruzada de descolonización.
Mujeres de diversas etnias ganan Miss Universo. Sugerir que el certamen es “colonizador” sería llevar la victimización de nuestro pueblo a extremos ridículos. Además, desde épocas remotas, antes de inventarse la publicidad, existían parámetros de belleza. Fue evolutivamente necesario elegir la pareja mejor apta para reproducir retoños sanos. Las caderas anchas y glándulas mamarias desarrolladas eran evidencia de salud física. La obsesión del hombre por senos grandes, por ende, no es un invento capitalista. Es vestigio de nuestro pasado primitivo.
De igual manera, las mujeres preferían hombros anchos y cuerpo fornido. Sin civilización, los músculos eran garantía necesaria para proteger a los hijos de amenazas diarias. Pero desde que existe civilización, nosotros los feos podemos (potencialmente) suplir nuestras deficiencias físicas con una decente billetera. Estabilidad económica es – después de todo – otro importantísimo factor de supervivencia.
Hablando de estabilidad económica, Bolivia tiene un gran potencial turístico. Nuestro desarrollo nacional recibirá un fuerte impulso si logramos atraer un mayor número de visitantes, que se quedan en Cuzco, a escasos kilómetros de nuestra frontera. La inversión de 7 millones de dólares necesaria para celebrar en Bolivia a Miss Universo palidece ante el valor publicitario que hubiésemos recibido; sin mencionar los ingresos por concepto de gasto de las delegaciones, turismo y derechos de televisión, que hubiesen devuelto gran parte de la inversión.
El Gobierno de Evo Morales fue incapaz de enviar una importante señal al mundo promoviendo – por lo menos - este intercambio comercial. Perdimos la oportunidad de exponer nuestra belleza al resto del planeta. Peor aún, perdimos la oportunidad de mejorar la calidad de vida de las cientos de miles de mujeres que viven indirectamente del turismo. La vida de muchas mujeres será indudablemente más digna cuando se dé un salto cualitativo en la promoción de Bolivia como destino turístico. Nuestra naturaleza, cultura y mujeres son hermosas. Vergüenza debería darnos seguir siendo un país acomplejado.
Presentar una patria digna, que recibe a sus huéspedes con la frente en alto, hubiese ayudado a promover nuestro patrimonio cultural y Bolivia como destino turístico; a la vez de honrar el derecho de la mujer de elegir lo que con su cuerpo hace, o deja de hacer; libres de las manipulaciones ideológicas a las cuales nos someten a todos los extremos más feos .
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