Encadenados en putrefactas bodegas fueron transportados a América. Los que sobrevivieron la bestial travesía por mar fueron ultrajados, cual animales, bajo el régimen de la esclavitud. Secuestrados en África, reemplazaron poblaciones originarias que fueron decimadas en uno de los genocidios más brutales de la era moderna. Los conquistadores anglosajones no tuvieron piedad.
En la década de 1960, con el ánimo de compensar, integrar y unificar una nación desgarrada por un pasado de injusticias, el Presidente Kennedy instituyó la “acción afirmativa”, una política anti-discriminatoria diseñada para prestar ventajas a minorías marginadas. Su objetivo es promover igual acceso a oportunidades en educación y empleo a minorías que no cumplen con los “requisitos” necesarios. La acción afirmativa intenta revertir injusticias estructurales que únicamente permiten jugar a la “meritocracia” a pieles pálidas que tienen los recursos necesarios para adquirir estatus y educación.
La “acción afirmativa” otorga ventajas según el color de la piel. En contraste, el “velo de la ignorancia” es un experimento intelectual que pretende ser ciego ante el arcoíris de teces. El concepto es de John Rawls, desarrollado en su Teoría de Justicia para entrever la moralidad de una situación bajo la condición que “nadie conoce su lugar en la sociedad, su posición de clase o estatus social”. Es decir, detrás del velo de la ignorancia, el hombre tiene la disyuntiva: ¿Qué leyes implementaría si ignora su propio color de piel, nivel de educación, genero o condición social”. El principio de justicia detrás del velo de la ignorancia se parece al graffiti de Mujeres Creando que reza: “Si Evo fuese Eva, el aborto sería legal”. El punto de M. Galindo y J.Rawls es que el hombre hace leyes que les conviene; sea para defender su posición social, imponer su ideología o puras ganas de aferrarse al poder. Detrás del velo de la ignorancia, el diablo no sabe para quien trabaja.
Antes de Obama, había Clarence Thomas; primer afroamericano elegido a la Corte Suprema de Justicia. El proceso de nominación de magistrados en EEUU reluce la complejidad de elegir jueces idóneos e imparciales. El juez Thomas fue acusado de ser un “tío Tom”, un apelativo peyorativo utilizado para negros que adoptan los valores e ideas de caras pálidas cuyos antepasados alguna vez los esclavizaron. En el caso de Clarence Thomas, su pecado ideológico fue ser conservador, afín a las ideas de Thomas Sowell, un afroamericano opuesto a la acción afirmativa, que sugiere que - en vez de victimizarse – los negros deben superar las adversidades aprovechando al máximo sus oportunidades. En contrataste a la defensa de la igualdad de oportunidades, los paladines de la lucha de clases pretenden imponer la hegemonía de un grupo social sobre las resentidas minorías.
El acoso mediático de un “negro arribista” fue por el supuesto acoso sexual a Anita Hill. El juez Clarence Thomas ahora no habla con los medios, a quienes acusa de “tener su propia agenda”. Lo quisieron linchar, no por negro, sino por no sustentar su misma ideología liberal. La prensa tal vez tenga su propia agenda. Lo inocente es creer que los poderosos no tienen también la suya y que desean una justicia ciega a su interés sectorial. En Bolivia los poderosos decidirán quienes son los magistrados idóneos, no en base al color de su piel o méritos académicos, sino en función al color de su ideología. Peor aún, nos harán votar, casi a ciegas, por candidatos que gozan del beneplácito de una cúpula de representantes cuyo poder se sustenta en un voto antiguo y desgastado. ¿Democracia directa? ¡Oí al ignorante!
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