viernes, 5 de febrero de 2016

El Lenguaje es un Carnaval

El lenguaje es el arte más elevado. La comunicación, sin embargo, es un ejercicio frágil. Ni hablar del razonamiento que, en contraste con el noble ímpetu de la sabiduría, se enfanga en sucias pugnas del ego y del poder. El lenguaje,  responsable de la acumulación de conocimiento, es a la vez vehículo de gran deshonestidad intelectual.

El significado de un conjunto de letras, idénticamente organizadas, depende del contexto. “Radio” es un aparato, una medida geométrica y elemento químico a la vez. El mango se puede comer o sujetar. Y si el significado de la capital y el capital depende del artículo que precede la palabra, un artículo de la constitución puede incurrir en confusión cuando la palabra utilizada es polisémica. No es lo mismo, después de todo, la yema del dedo, que una yema de huevo.

La palabra “control” proviene del término francés contrôle y significa comprobación, inspección o fiscalización.  Dependiendo del contexto, también puede hacer referencia al dominio, mando y preponderancia sobre el otro.

En un reciente debate entre la Presidenta de la Cámara de Diputados, Dra. Gabriela Montaño y el analista Carlos Cordero, se utilizó la palabra “control” en dos sentidos diferentes. No es lo mismo tener control “de” que tener control “sobre”. En el primer caso se refiere a dominación; en el segundo se refiere a una fiscalización.

La Dra. Montaña correctamente aclaró que el Poder Legislativo debe fiscalizar a los órganos del Estado. En el Articulo 158, la Constitución evidentemente dice “…controlar y fiscalizar”. La confusión se pudo haber debido a que la palabra “control” confundió a la Dra. Montaño sobre su debido deber. El llegar a la conclusión que ella desconoce la Constitución porque en un debate se confunde la acepción de una palabra me parece un sofismo muy elaborado.

¿Se defiende aquí un razonamiento, o al MAS? El lector rápidamente llegará a la conclusión que aquí el objetivo es político, no así intelectual. Espero que seguir leyendo le permita aclarar la figura.

El ex -Presidente Carlos Mesa recientemente opinó "Evo debe a Goni mucho más de lo que él se atreve a reconocer”, lo cual ha sido causa de vitriólicos análisis y una exegesis que más que un análisis parece un exorcismo del pasado “neoliberal”. Tal vez se pueda acusar a Mesa de obviedad o incluso una tautología. Todo Presidente del mundo, después de todo, construye sobre los que construyó el anterior. En ese sentido, Evo le debe a todos y cada uno de los que supieron avanzar la democracia, inclusión social y justicia. No olvidemos que su “revolución” fue pacífica y en las urnas, gracias a un sistema imperfecto, pero que supo reconocer la voluntad de mayorías otrora excluidas y discriminadas.

Por suerte Carlos Mesa no dijo que Evo le debe a Banzer y Quiroga por su papel en la construcción del gaseoducto a Brasil, sin el cual la nacionalización hubiese tenido un inocuo impacto económico. Jamás sabremos si Evo Presidente en el año 1996 hubiese conseguido financiar un proyecto de esa magnitud. Lo que sí sabemos es que la actual gestión no ha sido aún capaz de construir un gaseoducto al Mutún, condición sine qua non para la industrialización del yacimiento de hierro más grande del mundo.

Para las grandes mayorías, las palabras aquí plasmadas sólo deben servir para identificar al autor como fiel lacayo del proceso de cambio u opositor. El razonamiento detrás de las yemas que presionaron el teclado para compartir un principio le valdrá una yema de huevo. Y si las voluntades se dividen 55% a 45% en una u otra dirección, de lo que estoy seguro es que al 97% (+/- 3% de margen de error) sólo le interesa saber si un análisis está de acuerdo o en contra de su agenda política favorita.

El cura de la parroquia seguramente se lamenta que el contenido religioso haya sido extraído del carnaval, mientras que otros lamentamos que el maniqueísmo no tenga cura. Decir “si” o decir “no” parece ser la única opción disponible, en un mundo un tanto más complejo.

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