Avances en la ciencia forense atentan contra lecturas psicópatas
de brutos que – en nombre de un apetito patriarcal – victimizan a mujeres. Expertos
ahora pueden reconstruir la escena del crimen y recolectar evidencia
incriminatoria. Treinta años de cárcel no son suficientes para aquel culpable
de feminicidio.
La economía es una ciencia menos exacta que la forense, por
lo que abundan en su gremio lecturas antojadizas. En Washington, por ejemplo,
leyeron mal la burbuja inmobiliaria; burbuja que se tragó millones de millones
de dólares en riqueza del pueblo. La ingeniería comercial de “bonos basura” e
ingeniería social de bancos estatales (que prestaban a individuos sin empleo ni
ingresos), hundió a la economía en una crisis perfecta (ver: Freddy Mac, Fannie
Mae y préstamos NINJA).
Menos exacta aun son las ciencias políticas. Ni siquiera espías
de la CIA vieron venir la implosión del bloque comunista. Capaces de lanzar
ojivas nucleares y miles de satélites al espacio, el muro de Berlín se
precipitó a la tierra más rápido que meteorito que surca cielos de Siberia.
En Bolivia, dos malas lecturas podrían atizar una
tormenta perfecta. La primera lectura involucra a la banca; la segunda a la
constitución. En las suculentas
ganancias del sistema financiero, por ejemplo, hay economistas que leen una incitación
a encajar en la bolsa estatista otra nacionalización. A su vez, políticos sin
bastón de mando leen en la constitución los voluptuosos fundamentos para emprender una temeraria pulseta jurídica
que les permita interponerse a la participación del Presidente Morales en la
próxima contienda electoral.
Una lectura miope de la salud financiera de los bancos
interpreta su robustez actual como una invitación implícita a avanzar justicia
social con las utilidades logradas por el cobro de tasas de interés. Ignorar
que el sistema financiero es también vulnerable a ciclos económicos es exponer al pueblo a un
potencial economicidio. Si bien, por ahora, la cartera vencida de la banca está
en niveles históricamente bajos, esos préstamos pueden estar siendo utilizados
para especular con bienes raíces, o mercadería de Iquique; en vez de rubros
productivos. Evidencias de una burbuja que
se infla no saltan a la vista.
Una desaceleración económica (producto de una banca
nacionalizada), sumada a precios más bajos por materia prima y un gasto fiscal
desenfrenado, puede crear una tormenta financiera. Pero si agregamos a ese
escenario un potencial vacío político en el oficialismo (producto de deshabilitar
legalmente la candidatura de Morales), una tormenta perfecta podría infiltrarse
al menú. La ciencia de la economía no puede predecir si el cambio hacia el
estatismo derrochador seguirá siendo sostenible en el tiempo. Pero no hay que
ser analista político para entrever el grado de violencia que sería engendrada
si la oposición gana el 2014 ante un candidato suplente, para luego heredar las
facturas de la política-económica actual.
La ciencia forense lee lo que sucedió, no lo que sucederá
mañana. La economía y ciencias políticas, en cambio, intentan evitar caer en
ciclos económicos y continuas crisis políticas. Temo que los ciclos son
inevitables y que la estabilidad es siempre frágil. El ímpetu nacionalizador
fuera de control y las ganas de ganar elecciones en las cortes (en vez de las
urnas), son lecturas que ponen en peligro la integridad del pueblo. Seguro que
ni nacionalizarán la banca, ni evitarán la candidatura de Evo. Pero en el afán
de unos de tirar abajo al egoísta capital privado, y de otros de tirar abajo un
estatismo ineficiente, podemos leer perfectamente un ímpetu absolutista, propio
de la mente patriarcal.
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