Aquellos con el don de observación encontrarán incluso en una jauría de lobos reflejo del milagro de leyes creadas por la mano de Dios. Fieros lobos forjan amor que se convierte en leche para amantar sus recién llegados. Para lidiar con los inadaptados, la jerarquía hilvana orden en una fibra social que hace posible la supervivencia del clan. La observación de Charles Darwin sobre cómo evolucionan estos mecanismos fue precisa, pero incompleta. Darwin no supo reconocer un propósito divino en el proceso evolutivo que hace del aparente caos una fuerza vital de vida. Las jaurías de lobos han venido desarrollando lentamente “culturas” genéticas que reproducen conductas que funcionan. El supuesto capricho aleatorio en el arte de selección natural, mediante el cual las especies se perfeccionan, es en realidad una danza sincronizada a música compuesta por nuestro Creador.
Incluso millones de años de perfeccionamiento no logran que la jauría de lobos más efectiva que jamás haya pisado la tierra sea más hermosa que el clan más mediocre de toda la humanidad. Por crueles que hayan sido los humanos, amaron a los suyos con un don que los lobos no saben reflejar. Nuestra profunda ignorancia e incomprensión de las leyes de Dios - mecanismos que utiliza la naturaleza para reproducir hermosos cachorritos – tal vez hace que la convivencia entre seres humanos sea mediocre. Nuestra incapacidad de reconocer que Dios se manifiesta incluso en los instintos que forjan nuestro tribalismo, no desmerita el hecho que somos animales con una consciencia superior a la del lobo. Inclusive nuestra ignorancia refleja un don humano, tan humano. El lobo jamás se dará por enterado de sus deficiencias sociales o cognitivas.
Dios no hace las cosas caprichosamente. Su creación ha sido agraciada con la capacidad de adaptación a las condiciones físicas que gobiernan la superestructura. Karl Marx observó esta relación dialéctica entre la manifestación cultural y los mecanismos utilizados para reproducir la vida. Su observación, sin embargo, también fue incompleta. Los avances en la biología permiten entrever que incluso las especies – y no únicamente el ser humano – se organizan según las condiciones materiales que rigen la supervivencia colectiva. Si en Darwin podemos encontrar las leyes de Dios, y en Marx podemos encontrar la dialéctica materialista de Darwin, no debería ser imposible encontrar en nuestro primer dignatario un potencial estadista de talla mundial. Por lo menos no debería ser excusa para dejar de ayudarlo a convertirse en uno.
La premisa que aquí interesa no es tanto que todos los mecanismos que utiliza la creación para perfeccionar la manifestación divina de vida se integran y complementan en un manto biológico hilvanado por leyes que aun no logramos completamente comprender. La premisa importante es que tendremos a Evo para rato, y que lo único peor a perder su liderazgo será no saber aportar a su lenta evolución. Nuestra capacidad de adaptarnos a las nuevas reglas de juego, de descubrir los mejores mecanismos para amamantar el cachorro de democracia tendrá que ser perfeccionada. Si Dios nos ha arrojado un limón de hombre, es menester de esta jauría aprender hacer limonada.
El tribalismo es una herramienta tremendamente útil en el arsenal de mecanismos sociales que reproducen la vida. Gracias al tribalismo los seres humanos se solidarizan, creando una cadena de hermandad incluso con aquellos que no comparten su mismo código genético. Lo importante es extender los dones de este primitivo sentimiento - o instinto - a toda una nación. Lo importante es perfeccionar el tribalismo, aceptándolo, transformándolo, haciéndolo más tolerante e incluyente. En la base de nuestra organización social, la solidaridad y empatía hacia aquellos que comparten una misma bandera, infraestructura y destino es un secreto a gritos, base del éxito de grandes naciones. Lamentablemente el tribalismo primitivo –instinto que busca excluir a los que pecan de pertenecer a grupos humanos diferentes – fue utilizado en Bolivia para someter al pueblo y apoderarse de la riqueza de la nación. La culpa no es de la herramienta, sino del egoísmo con el cual se pretendió pasar por patriotismo un instinto tribal.
El clan de bolivianos es infinitamente más complejo y hermoso que cualquier jauría de lobos. Ello no es garantía que nuestro instinto no se manifieste en su dimensión animal. Los instintos hoy se apoderan del discurso y agenda política, haciendo tanto más fácil acusar al otro de aquello que carcome nuestras propias entrañas. Nos llenamos la boca de acusaciones y condenas al odio y resentimiento tribal con el cual se pretende encaminar a nuestros hijos. Pero incluso el odio y resentimiento son herramientas que utiliza la creación para perfeccionar nuestra convivencia. En el caso boliviano, son advertencias a nunca más obrar con el mismo desprecio hacia el prójimo con el cual nos habíamos acostumbrado a actuar. Si existe hoy resentimiento, es porque la clase gobernante actuó con idéntica arrogancia y racismo. No aceptar responsabilidad puede ser humano, tan humano, pero no es una buena estrategia política o existencial. Resignarse a la arremetida del frankenstein de nuestra propia creación es también manifestar mediocridad y atentar contra las leyes naturales de adaptación, perfeccionamiento y evolución. Aceptar y reconocer nuestro primitivo tribalismo ha de permitir construir sobre ese más básico instinto condiciones de convivencia que superen en efectividad la actual ley de la selva.
Una clarísima oportunidad de avanzar una identidad boliviana más compleja nos la ofrece nuestro mortal enemigo: Chile. El 2009 se cumplen 130 años de nuestra mediterraneidad. El acercamiento político y económico con el gobierno de Bachelet tal vez sea producto de circunstancias que pesan más sobre los caprichos personales, que sobre una estrategia racional. Tal vez juegos geopolíticos hacen que nuestra vieja estrategia de atizar el sentimiento de victimas, manipulando un tribal odio y resentimiento hacia el usurpador del Pacífico, sea momentáneamente una estrategia políticamente incomoda. Tal vez el odio y resentimiento vuelvan a ser atizado en caso que el próximo gobierno chileno deje de ser afín a la ideología que actualmente impera, o si el próximo presidente chileno no inspira el mismo cariño con la cual la presidenta Bachelet ha embrujado a todo un pueblo. No importa. Sea por el embrujo del amor, o por la fría racionalidad de un destino compartido, lo que importa es que existe la posibilidad de acercar a nuestros pueblos, para así permitir que nuestros hijos se beneficien de un acercamiento político, comercial y cultural entre naciones vecinas.
El patriotismo es el tribalismo mayor, sentimiento frecuentemente manipulado para doblegar la voluntad de las masas, en lugar de avanzar amor por nuestro prójimo, o el bien de la nación. En Chile se llenaron la boca de patriotismo para callar por siempre a líderes caídos un 11 de septiembre. En EE.UU se prepararon esa misma fecha para vengar sus torres caídas. El patriotismo, al igual que el tribalismo, muchas veces es solo excusa para obrar impunemente con ignorante malicia. Hacer lo correcto es un patriotismo de menor grado, un acto que inspira a quienes se benefician del don de la cooperación. La tentación el 2009 será impugnar las motivaciones, resaltar las inconsistencias y señalar las múltiples contradicciones de nuestro acercamiento al pueblo chileno. Crear condiciones para - en nombre de un mutuo beneficio y apertura comercial con un socio que nunca fuimos capaces de aceptar - abandonar nuestro primitivo tribalismo, será un avance para todos los bolivianos. Si no fuimos capaces de reconocer en Chile un aliado en esta brutal guerra contra el subdesarrollo, el 2009 tendremos una oportunidad más de perfeccionar nuestras deficiencias y evolucionar nuestra organización social.
Si en el proceso de crear sinergias básicas con nuestro vecino del sur nuestro primer mandatario aprende a ser un mejor presidente, debemos reforzar positivamente aquellas conductas que funcionan. De lo contrario, seguiremos reproduciendo un método que ha demostrado ser un gran fracaso: cooperar únicamente cuando nos conviene, y únicamente con aquellos que forman parte del inmediato clan. Si el presidente Morales es aquel elegido para sentar el precedente histórico de abrir mercados para Bolivia, merecerá el apoyo de todos que entienden el beneficio de la integración e intercambio comercial. Incluso lobos, fieros y faltos de misericordia hacia sus presas, entienden los dones de la cooperación. Los que debemos dejar el tribalismo primitivo, para transformar nuestra mezquina tendencia de apoyar únicamente la causa de nuestro partido, somos todos.
Flavio Machicado Teran