viernes, 26 de noviembre de 2010

La Reversa de Detroit

La economía norteamericana se recupera. Al revés de una minoría de dolidos aprendices que lloran el rebote del mercado, las grandes mayorías de Asia, África, Oceanía y América Latina esperaron ansiosas el actual repunte en Wall Street. El mundo no celebra la recuperación por alienados, vende-patrias o pro-yankees. Lo hacen porque entienden que sus pueblos se verán beneficiados cuando el mercado más grande empiece nuevamente a importar productos elaborados por obreros y agricultores internacionales. A su vez, el mundo racional celebra que industrias de capitales híbridos exporten tecnología limpias de punta, incluyendo el Volt de General Motors, un coche híbrido que – aunque por el momento demasiado caro - eventualmente será ensamblado en Brasil, Rusia y China. Ya lo decía Marx, cuando se trata de salvar al planeta y llenar el estómago, el patriotismo es global.

Existe una conspiración en las embajadas norteamericanas. Es la misma conspiración que promovía el comunismo del siglo XIX, cuando llamaba a los pueblos a trascender el chauvinismo patriarcal del nacionalismo, en marcha revolucionaria hacia una hermandad iluminada. Pretender ser aliado del bien común y crecimiento integral de los mercados, sin embargo, no exime a algunos poderosos de cometer abusos, como en el caso de Arabia Saudita, un gobierno totalitario que discrimina al extranjero y somete a la mujer. Las riquezas del subsuelo permiten a algunos líderes subvencionar sus mezquindades y calla las críticas por parte de una comunidad internacional, que peca de hipócrita cuando de petróleo se trata.

Hablando de comunismo, los rusos contemplan compartir, en el marco de la OTAN, un escudo con Europa y rehúsan vender misiles tierra-aire a líderes que demuestran estar geopolíticamente un tanto deschavetados. La cooperación entre EEUU y Rusia en contra del peligroso chauvinismo fundamentalista es un triunfo para la paz mundial y un paso más hacia una hermandad un poco más compleja de la que impulsan los trasnochados. En ese mismo coche evolutivo quisieran de una vez montarse los chinos, quienes están en una posición bastante compleja ante el conflicto militar que han iniciado sus aliados de Corea del Norte, la nación medieval con mejor tecnología de punta. China comparte frontera con Corea del Norte y es su más grande aliado, subvencionando el 90% de la energía de ese Estado fracasado.

La cosmovisión de Estado de Obama se parece un poco a la de los chinos, lo cual le ha ganado en la derecha recalcitrante el apelativo de “socialista”. La derecha anti-comunista es incapaz de entender la necesidad de intervención del Estado en industrias estratégicas, como lo fue el apoyo que prestó Washington (Estado) a General Motors, para impedir su bancarrota. En ese sentido, todos los “antis” se parecen, un cretinismo fundamentalista común entre ellos. El resurgimiento de GM es evidencia que China y EE.UU. se acercan no solo comercialmente, sino también en un modelo hibrido, una política pluri-económica que deja atrás los dogmatismos prehistóricos de la Guerra Fría.

Hablado de Guerra Fría, Corea del Norte obliga a China a definirse un poco mejor en su geopolítica. China tendrá que elegir entre asumir el papel de actor global con responsabilidades internacionales, o seguir socapando los berrinches del modelo de desarrollo más sofisticadamente fracasado del planeta: Corea del Norte y sus misiles de largo alcance. Mientras, de regreso en la granja, seguimos contemplando fabricar baterías en base al litio, para coches híbridos “Made in Iran”. ¡Por Detroit!

domingo, 14 de noviembre de 2010

Dobles Cargas

En la campaña publicitaria permanente del Gobierno, la primera doble carga fue contra empresas extranjeras que explotaban nuestros recursos estratégicos. Con un impresionante despliegue de fuerza mediática, ocupamos militarmente dos refinerías de PETROBRAS. Arengados a retomar aquello que nos pertenece, los jugos nacionalistas fluyeron libremente. Cuatro años más tarde, es el flujo del gas el que se ve reducido, una crisis que el pueblo ignora por completo. Por el momento, lo único que crece es la inflación, mientras que quien sufre es nuestra productividad y competitividad. No obstante una profunda reducción en el poder adquisitivo, con el eslogan “todo el mundo quisiera ser boliviano”, se invierte el dinero del pueblo en convencernos que comemos mejor que ayer.

Según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior, las importaciones de hidrocarburos se incrementaron de 246,62 millones de dólares el 2005, a 498,93 millones de dólares en 2009. Según un informe de Ryder Scott, las reservas de petróleo en Bolivia han caído debido a la falta de inversión en exploración y desarrollo de campos. En el sector de la minería, el productor más grande – San Cristóbal – puede tener dudas sobre seguir invirtiendo, debido a que las reglas de juego siguen siendo caprichosas. Los ingenios azucareros y fábricas de aceite no pueden exportar, por lo que no tienen incentivos para expandir su producción. Por mucho que la ministra española de Asuntos Exteriores afirme que las empresas no deben tener "temor" a invertir en Bolivia, la decisión final no le corresponde.

No obstante la triste tendencia en la productividad, existe una esperanza, un respiro que irradia por los aires, cortesía de ENTEL. El gobierno boliviano acaba de negociar exitosamente la demanda de Euro Telecom International (ETI), unidad de Telecom Italia. Con tan solo el 10% de lo que demandaban los extranjeros, el Ministerio de Defensa Legal del Estado logró cerrar ese capítulo legal. Gracias a los buenos oficios del gobierno, el Estado se ha ahorrado casi 900 millones de dólares, un dinero que podrá ser asignado a otra doble carga. La pregunta es, ¿doble carga contra quien?

Hasta la fecha, la posición ideológica de los poderosos ha sido arremeter contra el sector productivo. En vez de incentivar una mayor producción real, la economía está siendo resuelta a base de pura ficción, con anuncios publicitarios que intentan convencernos que gozamos del mismo poder adquisitivo de ayer, mientras que resuelven el desabastecimiento importando alimentos. Como las arcas del Estado están llenas, se les hace fácil poner al productor nacional aun más en contra de la pared. Los beneficiados son brasileros y peruanos, que exportan más cemento y azúcar a Bolivia.

El hito en la historia de las nacionalizaciones marcado por Telecom abre interrogantes. Las respuestas que demos han de marcar el rumbo que asuma la economía del país. Por el momento vivimos de ilusiones y estamos lejos de minimizar la incertidumbre y maximizar los incentivos. En vez de incentivar inversiones, la manipulación mediática y sometimiento institucional aquí es Rey. En consecuencia, las FF.AA. una vez más doble cargan contra la libertad política, declarándose “socialistas”. Es hora que el Gobierno deje su pírrico triunfalismo y arengas publicitarias, para que en Bolivia se pueda invertir y producir con tranquilidad. De lo contrario, seguiremos comiéndonos nuestras reservas, ahuyentando empresas y exagerando sobre lo bien que vivimos los bolivianos. No es envidia lo que despiertan nuestros aires de grandeza.